Año triste tras la cuarentena
El 15 de marzo del 2020, el presidente de la República del Ecuador, Lenín Moreno, decretó el Estado de Excepción en todo el territorio nacional, por los casos de coronavirus confirmados y la declaratoria de pandemia de COVID-19 en el Ecuador.
Inmediatamente, se dispuso la movilización en todo el territorio nacional de la Policía Nacional, Fuerzas Armadas, Ministerio de Salud Pública y el Servicio Nacional del Gestión de Riesgos y Emergencia para que se coordinen esfuerzos en el marco de sus competencias.
Se decretó el Toque de Queda: No se podía circular en las vías y espacios públicos a nivel nacional desde el 17 de marzo del 2020, se restringió la libertad de tránsito y movilidad a nivel nacional, excepto casos puntuales. Quedó suspendida la jornada presencial de trabajo desde el 17 de marzo. Prohibido el funcionamiento de gimnasios, bares, discotecas, restaurantes, entre otros.
Funcionaban almacenes y cadenas de abastos, el sector industrial agrícola y ganadero. La ciudadanía debía permanecer en cuarentena comunitaria obligatoria. Las clases ya se encontraban suspendidas.
El 17 de marzo fue el último día de atención del Mercado Mayorista de Ambato. El 21 de marzo, el coordinador zonal 3 de Educación, Leonardo Mosquera, informaba que se está desarrollando la plataforma educativa COVID 19 para las provincias de su jurisdicción.
Se empezó la comercialización directa y los centros comerciales empezaban a desabastecerse mientras se observaban largas filas para ingresar.
Para la actual Gobernadora de Tungurahua Gabriela Rodríguez, fue un reto. “Nosotros no hicimos teletrabajo, por la naturaleza de nuestras responsabilidades. Desde el primer sábado tuvimos el primer COE Nacional y recibimos las disposiciones de trabajo”, dijo en una entrevista a los 140 días en la pandemia. Era una lucha con algo desconocido, gestionando con los COEs provinciales y creando mesas técnicas. Lamentablemente, la información falsa fue una lucha constante que costó.
Con el paso de los meses se retornó paulatinamente al trabajo presencial y a la nueva normalidad donde el uso de mascarillas se tornó obligatorio hasta la actualidad y con una crisis económica difícil de superar para el país. (I)