75 años del resurgir tungurahuense
Eran pocos minutos pasados de las 14:00 horas del 5 de agosto de 1949, cuando un estruendo abrumador y traumatizante sacudió la provincia de Tungurahua, marcando el inicio de uno de los desastres naturales más graves en su historia.
Aquel terremoto, cuyo epicentro se ubicó al Sur del Nido Sísmico de Pisayambo en Pelileo Grande conocido hoy como «el derrumbo» dejó cicatrices profundas en la región y en la memoria de sus habitantes. Su magnitud fue de 6,8 grados con profundidad de 15 kilómetros.
Los estragos del terremoto fueron catastróficos, afectando a varios cantones de la provincia. En una época donde las tecnologías de comunicación eran limitadas, la desesperación y el dolor se intensificaban al no poder contactar a seres queridos.
Los sobrevivientes tardaron horas y días en encontrar a sus familiares, muchos de los cuales fueron encontrados sin vida.
El 5 de agosto de 1949 también simboliza el inicio de un renacer para Tungurahua, aunque la devastación dejó más de seis mil personas muertas, más de 100 mil sin hogar y 1.920 kilómetros cuadrados fueron afectados. La reconstrucción total de las ciudades tungurahuenses estuvo a cargo del arquitecto Sixto Durán.
Hoy, al recordar aquel fatídico día, también se honra la resiliencia y el espíritu indomable de los tungurahuenses que, a pesar de la adversidad, se levantaron y reconstruyeron su comunidad, creando un legado de fortaleza y renacimiento que perdura hasta nuestros días. (I)