Agresión y hábitos alimenticios /Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

 

La buena salud de las personas tiene mucho que ver con sus hábitos alimenticios y en este caso cuando hablamos de salud no sólo nos referimos a lo corporal sino también a nuestra esfera psicológica, pues es bien conocido que no sólo nos alimentamos de elementos físicos sino fundamentalmente de orden.

Por ello es muy importante preocuparnos sobre qué comemos, cómo lo hacemos o dónde nos alimentamos, pues el orden o desorden en estos ámbitos tendrán una relación directa con nuestra salud, ya que un estilo de vida desordenado nos llevará también a desórdenes alimenticios y por tanto a una salud frágil.

De hecho, parte de ese bienestar que todos anhelamos pasa por crear y mantener ambientes armónicos tanto con el entorno como con las demás personas, ya que incluso la violencia está relacionada con los hábitos alimenticios.

Recientes investigaciones realizadas con gente en reclusión y alcohólicos violentos, muestran que un déficit en ácidos graso Omega-3 propicia el surgimiento de comportamientos agresivos, depresión, suicidios y violencia.

Dichos ácidos que se encuentran sobre todo en el pescado, propician óptimas conexiones neuronales, pero lamentablemente su consumo se ha reducido considerablemente en nuestra sociedad y a cambio, ha subido el consumo de otros ácidos grasos que impiden conexiones neuronales apropiadas.

Al carecer de ácidos grasos Omega-3 en la dieta, estaríamos propiciando la depresión y la agresividad. Esto explicaría de algún modo los niveles de violencia que va caracterizando a la población.

Hoy sabemos que las deficiencias de las grasas esenciales que el cerebro necesita, así como de los nutrientes necesarios para metabolizarlas, origina una serie de problemas mentales que van desde la depresión hasta la agresividad.

Felizmente varios especialistas señalan que estas tendencias pueden revertirse tan solo con un cambio en la dieta diaria, pues investigaciones muestran que un cambio en la alimentación en la que se incluya estos ácidos logran notablemente variaciones en las conductas humanas, volviéndose menos agresivos.

El punto es que los ácidos grasos esenciales no pueden obtenerse más que consumiéndolos, porque el organismo humano no los elabora. Los ácidos grasos Omega-3 se encuentran en los pescados azules, el lino o las semillas de calabaza y las nueces entre otros alimentos.

La identificación de los nutrientes que podrían ayudar en el tratamiento de tendencias agresivas o depresivas resulta extremadamente útil gracias a su bajo coste y a su potencial aplicación global.

En fin, el problema de fondo pasa por el estilo de vida que la sociedad occidental en general ha adoptado en los últimos tiempos, donde el estrés, la angustia y el egoísmo van cobrando costes muy altos. Nuestro cerebro está padeciendo los efectos de una sociedad materialista y consumista.

Es indispensable entonces, hacer cambios en nuestra dieta pues como se ve estas cosas no sólo afectan al organismo, sino también a nuestra salud mental. (O)

 

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