¿Exabruptos de la naturaleza? / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

 

Ira, miedo, tristeza, alegría, resentimiento, frustración, son algunas de las más importantes emociones con las que nosotros vivimos, son innatas, y adaptativas. Forman parte de la teoría materialista dialéctica primitiva Oriental, y también de las fases que identifican las etapas de transformación, de los patrones de expansión y de contracción, del florecimiento y la decadencia, del estar en armonía con el universo, tomando en cuenta que los procesos fundamentales del universo son una herramienta muy importante a la hora de comprender el mundo.

Emociones que la Medicina Oriental inclusive las vincula con relación de correspondencia a órganos, tejidos, secreciones, sentidos, etc. Por ejemplo    la ira con hígado, vesícula biliar, tendones, ligamentos, uñas, lágrimas, la vista, el sabor ácido-agrio. La alegría con el corazón, intestino delgado, lengua, vasos sanguíneos, sudor, habla, amargo.

El miedo con el riñón, vejiga, huesos, cabello, esputo, oído, salado, y así con una coherencia y coincidencia asombrosa de todos estos componentes que existen en la naturaleza. Estas emociones son parte vital de una persona y ayudan a sobrevivir y a adaptarnos en este mundo Sin embargo los seres humanos vivimos enfrascados en una milenaria disputa interna difícil de resolver. Vivimos enredados entre lo que nos gustaría hacer y lo que debemos hacer, con una necesidad enfermiza de aprobación de los demás, entrampados en convencionalismos paralizantes, nadando en las postergaciones bajo falsas excusas, sintiéndonos mal, culpándonos con un remordimiento por algo que sucedió ayer, con miedo y preocupación exagerada a lo que nos pueda traer el mañana; con tendencia a quedar inmovilizados emocionalmente observando que la injusticia y la corrupción ya es una constante en la vida.

Las emociones son mal consideradas como un exabrupto de la naturaleza, desde pequeños nos condicionan a no sentir demasiado, nos fascinan los niños que parecen “plantas”. Pero el sistema emocional-afectivo están con nosotros por algo; querer enterrar las emociones es peligroso para nuestra salud, envejece, acorta la vida y predispone a muchas enfermedades.

El manejo adecuado de las emociones y la no represión de ellas forma parte de una urgente orientación preventiva-educativa en nuestro medio, entender de que muchos sentimientos negativos pueden resultar protectores si los comprendemos y los identificamos adecuadamente. Aprender a fortalecer los mecanismos mentales de resistencia a tantas situaciones amenazantes de nuestro entorno forman parte de una responsabilidad vital para con nuestra salud. El miedo, la depresión, la culpa, la ira, el resentimiento, la insatisfacción, la pena, los celos, si tenemos una gran autoestima, tendremos un nivel de seguridad que nos facilitará para protegernos y que estos sentimientos no tengan un efecto dañino sino más bien nos pongan en alerta y se activen herramientas mentales de protección para creer y saber que nuestros conflictos no son tan graves.

En la U. de Rockefeller en N. York, en el laboratorio de psico-neuro-inmuno-endocrinología, se está estudiando a profundidad la relación entre las emociones, el efecto del perdón como antídoto de la ira,  y, los cambios existentes en la secreción de hormonas, que inicialmente son nuestras combatientes del estrés pero que su liberación constante e inadecuada produce inhibición del sistema inmunitario (baja de defensas), alteración funcional del sistema nervioso, presión alta, aumenta el nivel de glucosa en sangre (diabetes) y facilita los males cardíacos entre muchos otros males. (O)

 

Medicina Integrativa Oriental

 

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