A un año de gobierno / Gabriel Morales Villagómez
El presidente Lenin Moreno cumple un año de labores y es digno de resaltar su actitud, al haber guardado distancia del correismo y convocar a una consulta popular con la cual trató de poner fin a un período nefasto de corrupción, abuso, prepotencia, despilfarro y despotismo, pero no es suficiente.
Le ha costado mucho guardar distancia con personajes nefastos que fueron parte de la administración de Rafael Correa y que ahora conforman su gobierno.
Sí, aunque cueste aceptarlo el presidente Moreno fue parte del correismo y sin embargo de que ha tratado de poner distancia con el estilo y la forma de manejo político, económico y social, impuesto por su antecesor, en un año de gobierno, a parte de la convocatoria a consulta popular y de la reinstitucionalización de los organismos del sector público, no ha podido implementar políticas públicas claras y definidas, en cuanto al manejo económico y social del país.
Todavía está pendiente la consumación de las políticas económicas, que fueron anunciadas hace algunos meses y que no terminan de ser implementadas y el país, error tras error, en lo económico, el país avanza por inercia, como que si existiera todo el tiempo del mundo para tomar decisiones.
El presidente Moreno mantiene en su entorno a los mismos personajes nefastos del correismo y empieza a reciclarlos de puesto en puesto, de cargo en cargo, como si no existieran más ciudadanos probos y capaces para asumir dichas funciones, como pagando favores, como diciéndoles te doy otra oportunidad, para que te vayas por la sombrita.
El manejo de las relaciones internacionales es deplorable, ahí está la Canciller de la República, con su posición irracional frente al despotismo dictatorial de los presidentes Maduro y Ortega. Como si manejara agenda propia, se sirve de su posición pública y del Estado para promocionar y lograr un nombramiento internacional que no tiene mayor trascendencia para el Ecuador, mientras que todavía sigue pendiente su nula o ineficaz actuación en el secuestro y muerte de los periodistas de Diario El Comercio y de los militares ecuatorianos. Está pendiente rendir cuentas por la vergonzosa transacción de nuestra nacionalidad con Julián Assange.
Superada la consulta popular por parte del Presidente Moreno no existen señales claras para un cambio trascendental, no se ha creado empleo, la persecución a la corrupción parece haber ya acabado en la primera sentencia a Jorge Glas.
El país requiere un nuevo rumbo y si el Presidente Lenin Moreno no corrige sus desaciertos y toma medidas prontas y acertadas, en lo económico y social, poco a poco se irá incrementando el desencanto de los ecuatorianos y alimentándose una reacción social de impredecibles consecuencias.
Hacen falta cambios de contenido profundo en el gobierno y para eso necesita rodearse de ciudadanos probos, honestos, que no estén contaminados con el correismo, guardar distancia con aquellos personajes tristemente célebres que fueron parte de la “década robada” y que auparon al dictador Correa a construir un Estado de mentira, despilfarro y de propaganda.
Se podría decir que es un año de gobierno reprobado. (O)