María Fernanda Espinoza y la ONU / Hernán Marcelo Guerrero
La insistencia en enjuiciar políticamente a la todavía canciller y recién elegida presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, María Fernanda Espinoza. Y luego de que la señora ha sido objeto de un reconocimiento a sus méritos personales por parte de más de un centenar de países, aunque su posición gubernativa fue determinante, las acusaciones en que se basa su enjuiciamiento se han minimizado totalmente, aparte de que tampoco tienen la connotación de faltas graves insubsanables en el ejercicio de la cancillería. En la práctica, lo que la oposición perseguía era, forzar al presidente Moreno la designación de un nuevo ministro con el fin de que implementara una política internacional compatible con el proceso de cambio que su gobierno ha puesto en marcha.
Ahora bien: dígase lo que se diga, en contrario por prurito opositor digno de mejor causa, la distinción que ha recibido la canciller Espinoza, no sólo la honra a ella personalmente, sino a nuestro país, porque no todos los días puede tener en ese sitial a una ecuatoriana que lo represente, como testimonio de que cuenta con personas de valía capaces de descollar en el ámbito internacional. Y esto vale la pena exaltarlo, como ejemplo de que los esfuerzos individuales de superación no son en vano, pero sobre todo, en el caso de las mujeres que necesitan de paradigmas de su propio género para contrarrestar los prejuicios sociales que les impiden el pleno disfrute de los derechos que les reconocen la Constitución y las leyes.
Precisamente, en una ocasión como ésta, los hombres y mujeres que comulgan con las reivindicaciones femeninas, tienen la oportunidad de demostrar la sinceridad de sus convicciones en favor de esta causa. Ello supone, dejar de lado el egoísmo y la envidia ante el triunfo legítimo obtenido por una mujer, apoyándola y solidarizándose con ella. La señora Espinoza ha cumplido una destacada carrera de servicio público en el país, en el marco de su filiación política, que la habilita plenamente para que se la haya enaltecido con tan alto cargo en la ONU, el mismo que es el más eminente foro de coexistencia de posiciones políticas opuestas y su convergencia es el mayor esfuerzo que hace la humanidad para vivir en paz. (O)