Duque Presidente / Hernán Castillo C.

Columnistas, Opinión

 

Mientras en Colombia el pueblo escogió a Iván Duque para su presidente, y que representa una salida airosa frente a la amenaza del “progresismo” que ya ha destruido a otros países  de la región, esa sombra permanece en pie en México de cara a las próximas elecciones presidenciales que se realizarán en breve, y en las que López Obrador asoma como la figura que en los sondeos de intención de voto aventaja a otros candidatos.

López podría ser el próximo mandatario de México –la segunda economía latinoamericana- y poner en aprietos a sus 120 millones de habitantes si sigue la “lógica” de otros presidentes de su tendencia que ya perjudicaron gravemente a sus respectivos países –Chávez, Kirchner, Da Silva, Correa, Maduro, Ortega- con corrupción y pruebas económicas del laboratorio revolucionario que desembocaron en tragedias sociales hartamente conocidas.

Iván Duque, el presidente electo por los colombianos, tuvo su mejor promoción electoral en la obra diaria de Nicolás Maduro, dedicado a destruir a la vecina Venezuela; y es que los colombianos no son ciegos ni sordos al palpar los efectos y evidencias que, hora a hora, constituye el caudal, cada vez mayor, de venezolanos que llegan a Colombia huyendo del descalabro de su país. La obvia respuesta y medida de prevención fue rechazar en las urnas a Gustavo Petro, quien podía arrastrar a Colombia a un sufrimiento social parecido al venezolano.

Duque ha ofrecido gobernar en respeto a la Constitución y con mentalidad democrática. Uno de sus mayores retos es el de la paz  interna, cuando aún se hacen sentir vestigios de los grupos irregulares armados. El Presidente electo enarbola su palabra: “Nuestra bandera de lucha frontal será contra la corrupción, la politiquería y el clientelismo” (Es decir lo contrario a la política dominante que los ecuatorianos vimos durante la década corrupta de reciente data).

Las perspectivas de una buena relación binacional Ecuador – Colombia se avizoran positivas para los próximos años; supongo que hay los elementos para creerlo así. (O)

 

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