En vida, hermano, en vida (II) / P. Hugo Cisneros
Optar por la carne es someter el espíritu a ella y es encontrar al final la muerte total.
El ser humano enraizado en el mundo no se pierde en el mundo, en lo mal, en la materia.
El hombre es el único capaz de transgredir los límités dentro de los que vive y optar por el espíritu, es optar por todo lo que supera la carne o el mundo, niega las limitaciones de los horizontes y se experimenta a mismo como «proyecto infinito». «Como ser espiritual es único e implica una dimensión personal y libre.
Quien opta por el espíritu o vida no está libre de la vida según la carne que lleva una vida inauténtica y con pretensiones de felicidad. El que opta por él espíritu organiza su vida «carnal» su mortalidad, y materialidad conforme a los «cánones del espíritu».
¡Vivir la opción del espíritu es vivir filialmente en dependencia obediente a Dios, fratemalmente con sus semejantes y es vivir responsablemente frente al mundo. Quien vive segun eI espíritu vivirá para siempre “aunque muera» como dice Jesús.
La condición presente no le es dada al ser humano ser totalmente espiritual, ni gozar plenamente de su carnalidad. Se siente dividido. Por eso es a la vez justo y pecador, liberado y oprimido. Pero hay que optar por una dirección que marque el sentido dominante en la vida: según la carne o según el espíritu. Aquí se decide su salvación o su perdición (Cfr. Leonardo Boff, «La crisis como oportunidad de crecimiento»). En vida hermano, todo en vida. (O)