Un singular presidente / Esteban Torres Cobo
Pocos hubieran apostado a favor de una presidencia exitosa de Donald Trump. Su campaña fue un éxito y le permitió vencer a grandes contendientes -quizás por su estilo y estridencia, dijeron muchos- pero gobernar sería diferente. Definitivamente no iba a poder hacer y, eventualmente, caería pensaron siempre sus críticos.
La realidad, sin embargo, es distinta. Trump goza de buena calificación y de popularidad y la economía estadounidense está en su mejor momento. Hay trabajo y las compañías no dejan de ganar dinero y, por ende, todos quienes compran o invierten sus ahorros en ellas.
Trump, además, no ha cambiado o moderado su estilo. Sigue siendo el mismo de siempre. Y se da el lujo de imponerlo y pavonearlo en encuentros con Kim de Corea del Norte, en la OTAN o incluso en su reciente visita al Reino Unido donde se encontró con la Reina y la Primera Ministra.
Cuentan quienes estuvieron allí, que en el encuentro de los países más poderosos y donde se tomó aquella icónica foto de Trump asediado por algunos mandatarios y por la propia canciller Merkel éste, de la manera más natural, se sacó uno de los caramelos que siempre lleva en los bolsillos de su traje y le ofreció a la alemana diciéndole que lo hace «para que no se queje de que no le da nada». Así, como que fueran amigos de toda la vida.
La trama rusa tampoco parece afectarle y sus votantes están contentos. ¿Hay Trump para rato? (O)