Decalogo para ser Santos (I) / P. Hugo Cisneros
El Papa Francisco en su documento Gaudete et exultate, nos presenta el deber y la obligación que todo hombre mucho más el cristiano, tiene como objetivo en su vida de ser santo En un tiempo de postmodernidad, de globalización suena un poco anacrónico, pero que bien si hacemos caso pues nosotros y la sociedad experimentaría un cambio fabuloso en favor del bien de toda.
Comparto la reflexión que hace José Beltrán de la revista Vida nueva que me llega desde España (20 de abril del 2018).
A lo largo de sus 42 pá¬ginas, Francisco nos regala en Gaudete et exsultate un rico texto sobre la santidad en el mundo contem¬poráneo. Para tratar de recoger su escencia, recopilamos a con¬tinuación sus diez llamadas principales:
1.- «Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios pa¬ciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas ve¬ces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un re¬flejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, “la clase media de la santidad”.
2.- «Dentro de las formas variadas, quiero destacar que el ‘genio femenino’ tam¬bién se manifiesta en estilos femeninos de santidad, indis-pensables para reflejar la san¬tidad de Dios en este mundo. Precisamente, aun en épocas en que las mujeres fueron más relegadas, el Espíritu Santo suscitó santas cuya fascinación provocó nuevos dinamismos espirituales e importantes reformas en la Iglesia”.
3.- «Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o reli¬giosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupa¬ciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio tes¬timonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra».
4.- “No todo lo que dice un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su ca¬mino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona».
5.- «Cuando alguien tiene respuestas a todas las pre¬guntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio pro¬pio, al servicio de sus elucubra¬ciones psicológicas y mentales (…).Con frecuencia se produce una peligrosa confusión: creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una determinada lógica, ya somos santos, perfectos, mejores que la “masa ignorante”. (O)