Cuando nos tragamos las mentiras /Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

 

Es enorme la capacidad para mentir de algunos políticos, pero es aún mayor la capacidad para creerles de mucha gente. Ahí reside la diferencia entre un pueblo libre y uno sometido. Jamás tuvieron la culpa los políticos impostores y abusivos, sino aquellos que se dejan convencer de sus mentiras. Este ha sido un círculo vicioso desde siempre: engañar los unos, y los otros no sentirse engañados; o, mentir y percatarse cuando ya no hay nada que hacer. Es igual que en una relación marital: él la engaña y ella ni por enterada, o no quiere aceptarlo, o simplemente cuando lo acepta ya es demasiado tarde. Pero el engaño siempre existió.

Así es nuestra relación como pueblo con algunos políticos. La diferencia, por ejemplo, con una infidelidad, es que nosotros (el pueblo) como víctimas y ofendidos no aprendemos, y volvemos a caer una y otra y otra vez. Cada cuatro años confiamos nuevamente en un bonito discurso, en uno que otro acto simpático (revolucionario les dicen ahora) que nos conquista, y finalmente hasta la ‘pinta’ enamora.

Hasta ahí, digamos que las cosas son ‘normales’, es decir, son parte del día a día, lamentablemente. Pero hay escenarios, tanto en los matrimonios como en la política, en los que la relación ya se vuelve enfermiza y tóxica porque raya en una obstinación irracional; por ejemplo, cuando sabe que le están mintiendo o que no vale la pena, pero no le importa, prefiere vivir así, humillado. Sí, no acepta el engaño porque simplemente no quiere enfrentarlo, sabe en el fondo que la realidad sería devastadora, por eso está tan ciegamente convencido de que es el mejor partido (de su líder político o de su pareja) que no acepta ningún razonamiento ni evidencia en su contra. O, de pronto, simplemente lo más usual: hay de por medio intereses que le atan y no le conviene dejarlo ir.

Esa es la realidad. Correa y su revolución le engañaron al Ecuador, y a pesar de la enorme, contundente e irrefutable cantidad de evidencias de aquello, aún hay gente que le respalda, claro, sin argumentos, solo escudados en el irracional fanatismo de una ideología fracasada.

Y mientras el presidente Moreno no dé muestras de un verdadero cambio (eliminando de raíz a correístas reciclados, por ejemplo) no apoyaré del todo las últimas medidas económicas; hasta tanto, no nos queda más que arrimar el hombro. Pero, que a propósito de las medidas, Correa y los suyos las critiquen y cuestionen cuando en su gobierno (como buen socialista) quiso pulverizar a la clase media con odios, divisiones e impuestos a todo: bebidas, productos importados, botellas plásticas, compras por internet, límites al monto para viajar, salvaguardias, etc., provoca lástima realmente.

Correa no escatima oportunidad para mentir y confundir a la gente. Ojalá en esta ocasión el pueblo comience a despertar y a impedir que le sigan mintiendo, está en nuestras manos, Correa ya no tendría la culpa. (O)

 

Mail: mariofernandobarona@gmail.com

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