Daño ético y moral / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

 

El gobierno del ex presidente Rafael Correa y su movimiento político serán recordados en la historia Republicana del Ecuador, por haber infringido el más grave perjuicio a la democracia, haber conculcado las libertades, perseguido a los opositores, destrozado la institucionalidad del país y haber permitido la depredación de los fondos públicos, en una trama de corrupción nunca antes vista.

Pero sobre todo serán recordados por el daño ético y moral causado a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que crecieron observando las mañas, la “viveza criolla” y el mal ejemplo de sus gobernantes.

No hay institución del Estado que no haya sido trastocada y manipulada  por el correismo. Todas las instituciones fueron contaminadas con las malas prácticas políticas e ideológicas de quienes, embebidos de tanto poder, se creyeron los predestinados por el universo para disponer sobre la vida de las personas, sus bienes, la educación, la salud, los fondos de seguro, la religión y hasta sobre la libertad de expresión y pensamiento.

Expidieron una ley de educación politizada para subliminalmente tratar de formar adeptos a su “revolución”, entregando a los niños textos gratuitos, mal elaborados, libros con su carga ideológica, en los que se pretendía hacer creer que su revolución era igual o podía compararse únicamente con la Revolución Alfarista.

Se socavó la educación en general: el sistema de acceso a la educación universitaria ahogó en la incertidumbre y en la desesperanza a muchos jóvenes que estuvieron impedidos de acceder a la universidad y escoger libremente la carrera soñada, “en el mejor de los casos” “ellos” hasta impusieron las carreras y la universidad a muchos jóvenes.

Se destruyó la educación militar, la educación intercultural, la educación técnica y se convirtió todo en una enrome caja de pandora. Sin comprender como funciona el sistema educativo, se crearon escuelas del milenio, colegios réplica, universidades “del conocimiento”. Muchos maestros y autoridades educacionales hasta ahora no terminan de asimilar el galimatías de reformas, planes y procesos educativos impuestos.

Hay una generación de niños y jóvenes que crecieron y vivieron parte de los diez años de revolución ciudadana, quienes han tenido el mal ejemplo como “modelos a seguir” las imágenes repulsivas de quienes han detentado el poder en medio de una crisis de valores; en donde han visto reflejarse como espejos la prepotencia, el irrespeto a los derechos humanos, el dinero fácil, la soberbia, el robo, el aprovecharse de los dineros públicos, el acceder a cargos con tráfico de influencias, asumiendo que no importa el educarse, el esmerarse, el sacrificio, sino únicamente alinearse con el gobierno de turno.

Se ha ocasionado un grave perjuicio social político y económico al país, pero sobre todo se ha causado un daño ético y moral a muchos ciudadanos, pretendiendo con audacia y cinismo que se asuma como un razonamiento lógico y verdadero, que no importa que hayan robado pero que hayan hecho carreteras con sobreprecios, hidroeléctricas que no operan, refinerías que no funcionan.

Se debe reconstruir al país, también ética y moralmente. Los valores, la honradez y la decencia deben ser nuestras prioridades como sociedad.

Deja una respuesta