Jueces Honestos / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

 

 La revolución ciudadana metió las manos en la justicia en forma descarada y tuvo para sí sus propias cortes, tribunales, consejo de la judicatura y jueces a su servicios, como parte de un sistema perverso de impunidad, de amedrentamiento y de  persecución a los opositores políticos.

Se contrató sin concursos la construcción de edificios fríos y de mal gusto, en los cuales, sin  duda existió corrupción y sobreprecios, a los que llenaron de computadoras, televisiones, sistemas informáticos, muebles, escritorios, cámaras de video por todas partes, pero no pudieron llenar los edificios de justicia, de jueces honestos, probos, imparciales y justos.

Aquellos jueces que sirvieron de instrumentos de persecución del gobierno anterior y que aún se mantienen en sus judicaturas, poco a poco deberán comparecer ante el juicio de la historia, para responder por las condenas y el dolor causado a tantas familias y a tantos inocentes.

Quienes han sentenciado, dictado sus resoluciones y fallado, condenado, despojando de sus bienes a inocentes,  a cambio de favores políticos, conservar el puesto o para recibir dinero de la corrupción, no deberán poder dormir tranquilos; cargando en sus conciencias  el sufrimiento abominable de sus actos.

Los verdaderos jueces, los tribunos, los usías protectores, defensores de los derechos y de la justicia, jamás deberían ser instrumentos del poder, ni prestarse para perseguir a opositores, periodistas o a quienes piensan diferente.

La historia de los pueblos es cíclica, siempre se repite, en torno a los jueces corruptos subsisten los tiranos y dictadores, que buscan perpetuarse en el poder y  luego de haber cometido tanta injusticia, con cinismo, lavan sus culpas humillando  a los condenados y ofreciéndoles indultos, perdón y olvido.

¿Cómo entender que un hombre probo, investido de juez, guiado por el honor y la dignidad, llamado a cuidar el interés público y privado, haya podido “venderse” al poder de turno?

Son los jueces los llamados a buscar la verdad y la justicia. Que a decir de  filósofos y soñadores, tienen que defender a la mujer afrentada, amparar a las viudas, socorrer a los huérfanos y menesterosos; poner en su punto la justicia distributiva y propender a “dar a cada uno lo que le corresponde”, según los preceptos del “Ulpiano”.

Jesús tuvo palabras muy duras para los malos maestros de la ley, a quienes los llamó “serpientes”,” raza de víboras”, “sepulcros blanqueados”.

La profesión de juez es una vocación dignificante, digna de virtud moral, protector del honor, la vida y los bienes de los ciudadanos.

Los jueces deberían ser los depositarios de la confianza de los ciudadanos, aplicar el derecho con equidad, con sabiduría, con rectitud moral, con diligencia en el cumplimiento de sus obligaciones y los deberes que el cargo le imponen.

Los jueces deberían ser sensibles al dolor, comprender las debilidades humanas, hacer de su profesión un servicio a los demás.

Impartir justicia es un apostolado, estudiar, interpretar, llegar al espíritu de la ley, con independencia, sin pasiones, sin dejarse influenciar por los amigos, por el dinero  o por los políticos de turno. (O)

 

 

Deja una respuesta