La Buena Nueva traída por Jesús / P. Hugo Cisneros
A partir de la lectura y escucha de los Textos Bíblicos de este domingo I de cuaresma, les invito a descubrir las exigencias de Para nosotros los creyentes y para todos los hombres de buena voluntad.
La Buena Nueva traída por Jesús (Mc 1, 1-8), es reafirmada por el Padre en el bautismo (1, 9-11) y ahora en el desierto (1, 12-13). Después del bautismo, el Espíritu Santo lleva a Jesús al desierto, para que se prepare para su misión (1, 12s). Marcos dice que Jesús estuvo en el desierto 40 días, y fue tentado por Satanás. Mt4, 1-11, explicita tres tentaciones: pan, prestigio y poder, las mismas que tuvo Israel en el desierto, tras salir de Egipto (Dt 8,3-6, 16).
Tentación es todo aquello que nos aleja de Dios. Jesús fue tentado en todo, excepto en el pecado (Heb 4, 15), es decir Él tuvo que afrontar las tentaciones (Mt 4,4.7.10) porque era parte del pueblo.
Pero, unido al Padre supo resistir y no huir de su misión como Salvador y Servídor del pueblo (Mt 20,28).
En Mc 1, 14 se dice que Jesús comenzó el anuncio de la Buena Nueva una vez que Juan Bautista fue arrestado por Herodes. La prisión de Juan no le asusta, sino que le abre los ojos y le hace sentir que ha llegado el Reino. En Mc 1, 15 se hace una síntesis de esa Buena Noticia: 1. La espera ha terminado; 2. El Reino ha llegado; 3. Cambien de vida; 4. Crean en la Buena Noticia.
Para los judíos había que seguir esperando el Reino. Por ejemplo, para los fariseos el reino llegaría cuando se observe la ley de forma perfecta; para los esenios, cuando el país esté purificado; para los herodianos cuando ellos dominen el mundo. Jesús piensa distinto; para Él la espera terminó y el Reino ¡ha llegado! Para fariseos y esenios, el reino dependía del esfuerzo de cada uno en cumplir la ley o purificarse. Jesús, en cambio dice que el Reino ya llegó, está presente, independientemente del esfuerzo que se haga. El Reino ya está, porque Jesús ya está en medio de su pueblo; pero el pueblo no lo sabía ni lo percibía (Lc 17,21).
De ahí la invitación a arrepentirse y convertirse. Para percibir el Reino debemos pensar y actuar de modo diferente y encontrar otro modo de convivir, dejando atrás el legalismo y acogiendo la nueva experiencia de Dios. Eso es creer en la Buena Nueva. No es fácil pensar de modo diferente al que se aprende desde pequeño; sólo es posible a través de la fe.
Precisamente, una experiencia de fe es lo que quiere aportar Jesús con gestos como echar espíritus (Mc 1,39), curar enfermos(1,34), sanar impuros (1, 40-45), acoger marginados (2, 15). Jesús anuncia, llama, atrae, consuela, vive una pasión por el Padre y por el pueblo.
Este es el comienzo de la Buena Noticia del Reino que se divulga por toda Galilea. Comenzó como una semilla, pero creció hasta convertirse en un árbol donde el pueblo encontraba descanso (Mc 4,31-32).(O