Yo no le creo a iglesias, ¿Y Usted? / Mario Fernando Barona
En realidad, son pocos los casos en los que una persona con amplia trayectoria pública transgreda sus propios principios pregonados y defendidos por muchos años; los políticos, por ejemplo, que siempre participaron de una determinada línea política, difícilmente cambiarán su direccionamiento ideológico (de derecha a izquierda o viceversa), y no por coherencia, respeto consigo mismo y lealtad, sino mas bien porque saben que al hacerlo, perderían credibilidad, apoyo electoral y poder.
Hay excepciones, sin embargo, muy honrosas. Entre otros, el intelectual, escritor, novelista, ensayista y abogado Sergio Ramírez, vicepresidente de Nicaragua entre 1986 y 1990 que llegó al poder de la mano de la Revolución Sandinista, se distanció de su anterior compañero y actual presidente socialista Daniel Ortega. Desde 1996 no deja de criticar duramente ese régimen totalitario y hambreador.
No obstante, de llegar a ocurrir alguno, lo harán, como he dicho, pensando en su particular interés y barajando alternativas del mejor postor; tanto, que si éste se encuentra en la orilla del frente, no tendrán empacho en lanzarse al turbulento río del ridículo y la inmoralidad para comenzar a mamar de la nueva teta ideológico-política. Eso exactamente ocurrió con muchos excolaboradores correístas que aceptaron participar con el presidente Moreno y vendieron su poca dignidad al mejor postor.
Y en esa misma línea van también algunos políticos que dicen haberse equivocado y de pronto se muestran aparentemente arrepentidos. Es el caso de Pablo Iglesias, líder del partido Podemos de la ultra izquierda española, defensor a rabiar de los postulados comunistas, marxistas, leninistas, chavistas y de la Revolución del Siglo XXI; quien en el 2014 dijo: “Me emociona hablar del comandante (Chávez), se le echa mucho de menos, cuántas verdades ha dicho ese hombre. Venezuela es un ejemplo democrático para España”; y el pasado jueves dijo en cambio: “Yo he podido decir cosas que políticamente ahora no comparto, y rectificar en política está bien. La situación política y económica en Venezuela ahora es nefasta. Y estaré encantado de debatir en cualquier foro cosas que dije en el pasado y me equivoqué.”
Rectificar está bien, efectivamente, pero Venezuela viene por muchos años de mal en peor, por eso, recién a estas alturas cambiar de opinión tan radicalmente, suena extraño. Con Iglesias y otros, la cosa huele mas bien a “si ya no puedes financiarme, ya no me sirves”. Por eso, yo no le creo a Iglesias, ¿y usted?