Escrito en la ceniza. 2019 / Pedro Reino

Columnistas, Opinión

Escrito en la ceniza. 2019 / Pedro Reino

 “Cuando un judío tiene tumba, es una redención”. He leído el libro y quiero creer que hay una leve idea de que las cenizas guardan la información secreta que nos llevamos a la tumba. Pero estamos llegando a la etapa del total desencanto, porque ni siquiera las cenizas de los antepasados pueden servirnos para reivindicarnos, porque la idea de la desintegración total ha entrado en juego con la memoria y está minando y carcomiendo las culturas.

“Después de la muerte de mi abuela materna, mi abuelo fue a vivir  con nosotros. “Él no irá a un geriátrico”, determinó mi madre. El abuelo, que toda su vida narró con humor sus vivencias en el campo de trabajo, fue apagándose. Le era difícil sobrellevar la pérdida de su mujer y de su memoria. Pero cuando le pregunté  cómo se llamaba su pequeña hija, la que había sido asesinada  junto con su madre, respondió inmediatamente: “La llamamos Sara, pero todos le decían Lily”. Algunas semanas después murió”. Este es un fragmento de Sarah Blau (1973), escritora, dramaturga, periodista y publicista, presentadora de un programa televisivo sobre el judaísmo y Holocausto, graduada en Historia y Psicología.  Me impacta aquello de haber sido guía en el Instituto del Holocausto, por lo cual deviene su pasión por investigar el tema.

El antólogo Yarón Avitov que puso su libro, de su autoría, en mis manos, ha logrado que sus cenizas me vuelvan con lágrimas. La barbarie de la guerra, los campos de concentración, los nazis, el holocausto del pueblo judío, la estupidez de los fanatismos, la impotencia de unos frente a la arrogancia y soberbia de otros; ese clamor secreto de tantas lágrimas implorantes de piedad, ese clamor de las cenizas que quieren reivindicar su memoria, y mucho más, están en palabras que se vuelven espíritu y dan como conclusión que el ser humano enfatuado de poder, resulta una de las bacterias más peligrosas que puede contaminar los espíritus ingenuos.

Mirando el libro y a sus antologados, admiramos su capacidad de lucha para volver como el ave fénix, justamente resucitados de la ceniza. Cuántos de los miembros de esta cultura han escrito algo sobre la memoria que guardan del Holocausto y sus campos de concentración regados quien sabe por tantos lugares de esa Europa civilizada. 

Alguien escribe un poema, otro pone un cuento, por acá alguien vuelve con un memorial más  fresco. La historia de un padre, de un refugiado, de niños perdidos y dispersos; Las madres heroínas de cosas del alma. La astucia para sobrevivir a la barbarie, el humor, el encubrimiento y mimetismo para pasar ocultos; los sobrevivientes de los escombros, los sueños de recuperar la mínima felicidad de sentirse juntos, todo viene a darnos una lección de recuperación de la memoria de un pueblo marcado por los designios sobrenaturales a constituirse en errabundo pero con esa misión de identidad en el reencuentro y en su capacidad intelectual.

Recordemos este 27 de  Enero el Día Mundial del Holocausto Judío: “El 1° de noviembre de 2005 la Asamblea General decide que las Naciones Unidas designen el 27 de enero Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto.​ El 27 de enero se conmemora la liberación por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz”. (O)

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