La belleza del alma… / Andrea Manjarrez Ocaña
La belleza del alma… / Andrea Manjarrez Ocaña
Cuando existe juventud al parecer lo más importante es la apariencia física, ¿Cómo me veo? es lo primero que preguntas al salir de casa, como vistes es lo que intranquiliza, puedo asegurar que al pasar por un cristal, sea este una ventana de auto, una vitrina, o cualquier objeto que pueda reemplazar a un espejo, con una ligera mirada disimulada con un coqueto movimiento te cercioras que todo tu “look” esté en orden, bueno pero es inevitable reconocer que es una verdadera misión imposible no inquietarse por la imagen que proyectas al mundo, y ¡sí! es muy cierto que el aspecto es parte esencial de tu persona, pero ¡no! lo único necesario para hacer de cada día especial y perfecto, fuera de obsesionarte por tu figura, por la combinación de colores de tu atuendo, bisutería y maquillaje, en el caso de las mujeres y en el de los hombres por cuan masculino y atractivo te veas a diario, debes planear tus actividades cotidianas y futuras donde deben prevalecer tus valores, criterios, convicciones, deberes y responsabilidades, porque de nada sirve encontrarte con una apariencia envidiable mientras que el interior, el espíritu, la conciencia y corazón de ese alguien es un total enredo, a qué clase de persona prefieres para brindarle tu amistad o tu amor incondicional, a aquella “que parece figura de aparador o imagen de televisión pero por dentro es un ser sin integridad, ni sentimientos, sin esencia en el corazón.
Una linda envoltura con mal contenido”, o “la que no posee un rostro precioso ni vestidura de alta costura pero de actitudes dignas de admirar, y valores como ningunos otros. Un real diamante sin pulir”, sería el encontrar a alguien con grandes virtudes de espíritu, la belleza física es pasajera y fugaz, lo único que perdurará por siempre es la belleza del alma… (O)