Crecer / Jaime Guevara Sánchez
En los años infantiles tuve una profesora que soñaba con salir de sus aprietos económicos ganando el premio gordo de la lotería. La ilusión tenía su cima al final del año cuando participaba en cuanta rifa, sorteo, ruleta, se presentaba. Los chicos también nos entusiasmábamos con el rostro iluminado de la querida maestra, tanto que llegar a casa y presionar a nuestros padres para que compren un número de la suerte era una sola cosa. Desconozco si la maestra logró, algún día, hacer realidad sus sueños; el destino nos desparramó por el mundo.
En el ánimo de los más inocentes ha calado muy hondo la demagógica idea de que diariamente nos tiene que tocar la lotería en forma de maná, del que ha de proveernos el papá Estado.
Somos nosotros los que debemos dar el primer paso, fortalecer y cultivar nuestra voluntad, poner nuestra firme intención en dirección determinada, con fe. Solo si lo hacemos así, entonces seguro que un día u otro, recibiremos fuerte y claro, la respuesta que esperamos.
¿Realmente hacemos todo lo que podemos? Si de verdad ponemos empeño en ello, nos daremos cuenta de que siempre podemos hacer un poco más y mejor.
Como seres humanos que somos, la vida se desenvuelve entre luces y sombras. Sin embargo y por muchos obstáculos que encontremos en el camino, todavía tenemos motivos más que sobrados para dar gracias por tener cada día la oportunidad de poder aprender y crecer.
Nadie que no seamos nosotros mismos nos va a solucionar nuestros problemas y mucho menos ese magma espeso, gris y anónimo al que llamamos Estado, aunque por eso no podemos dejarnos impregnar por la lluvia del pesimismo.
Sea cual sea el problema, afrontémoslo con decisión y coraje para darle solución. No nos sentemos a la puerta de nuestra casa a esperar que nos toque la lotería…. algún día! (O)