Ciudad y ansiedad / Sayuri Fiallo
La ciudad no es un espacio, es un organismo que crece, se desarrolla, decae y se recupera; se compone de varios elementos, calles, espacios públicos y usuarios, nosotros. Usar un organismo requiere de responsabilidad, de orden y de conciencia, pues la ciudad no depende de nosotros, pero nosotros sí de ella. Transitar por las calles en vehículos motorizados, caminar por las veredas y ocupar espacios públicos, se ha vuelto una actividad mental y no física, pues nos hallamos en un estado de ansiedad constante y así, tenemos una ciudad ansiosa.
Dejamos de lado el disfrutar de las piezas arquitectónicas, de los espacios de encuentro naturales, de la conversación que se genera, para conseguir el objetivo de movilizarnos. La movilidad misma, se ha hecho eje de ansiedad, recorremos 50 metros para ser detenidos nuevamente por 1 minuto, tiempo en el que solo pensamos por cuántos minutos se ha retrasado nuestra llegada. Si la ciudad está desordenada, no podemos movernos, y si no podemos movernos, estamos ansiosos, se crea un círculo vicioso del que nadie quiere ser responsable.
Un hecho colectivo debería ser el desarrollo de la ciudad, desde su estructura física hasta su interacción social, económica y política. Si somos nosotros elementos de un organismo, debemos ser parte activa de su crecimiento, con argumentos propositivos. (O)