Con inteligencia de ciudad / Sayuri Fiallo
Smart Cities o ciudades inteligentes, comprenden mucho más que un término de moda. Al ser usuarios de la ciudad, es nuestra responsabilidad entender y aportar de manera positiva al desarrollo de la misma.
Existen un sinnúmero de elementos que conforman la ciudad y que influyen en su desarrollo y conformación, no obstante, algunos tienen mayor peso; la forma de la ciudad, entendida como espacios físicos, los habitantes y sus interacciones, y los sistemas económicos, son unos de los elementos que deben ser inteligentes, para lograr este objetivo.
Dotar de tecnología a una ciudad, es un aporte necesario, sin embargo, esto no puede ser lo que lleve a una ciudad a que se llame inteligente, es solo una parte de todo lo que se debe realizar. Si hablamos de la forma como los espacios físicos, estos deben crearse para entender y adaptarse al cambio continuo de uso que les da la sociedad y la expansión de la misma. Los habitantes, la sociedad, son quienes definen el uso de las áreas de la ciudad, la interacción que hay entre ellos y con los espacios, deben ser considerados en cada decisión, pues estas deben ser eficientes en recursos, y eficaces en resultados. El desarrollo de la ciudad inteligente depende, a su vez, de sus sistemas políticos y económicos, dejando de lado la política, nos enfocamos en la economía de una ciudad, la misma que debe ser sostenible, distributiva y eficiente; el empleo y las cualificaciones de los ciudadanos, se adaptan a las necesidades productivas de una ciudad y los espacios deben responder de la misma manera.
La ciudad y la sociedad inteligente es aquella que, con sus espacios y sus sistemas, generan las condiciones de habitabilidad correctas para una sociedad que no es estática en forma, pensamiento o acción. (O)