Dónde está la cirugía mayor? / Hernán Marcelo Guerrero
Una vez más tenemos que ser reiterativos en nuestros comentarios, no con el propósito de cansar a nuestros distinguidos lectores, sino para hacer conciencia en todos nosotros para que comprendamos que así como caminan los llamados casos de corrupción, tienen hasta ahora un solo final: la impunidad. Esto podría pasar a vista y paciencia de la comunidad ecuatoriana que, hasta ahora, hace gala de un increíble y angustioso quemeimportismo suicida, como si el futuro no existiera… Por calles y plazas del país, y fuera de sus fronteras se exhiben los atracadores de los dineros del pueblo ecuatoriano con sus caras de cinismo y hasta se atreven a decir que son perseguidos políticos o víctimas del imperialismo yanqui… Sangrienta burla la de estos ‘chapos’ criollos.
Para evitar que se sigan burlando cobijados bajo mil paraguas y para que las ofertas de practicar una cirugía mayor no queden en la simple enunciación demagógica, toda la sociedad ecuatoriana, como un solo hombre, debe exigir a la justicia que cumpla con su papel sancionadora, con la ley en la mano, para mandar a las cárceles a los ladrones de los dineros del pueblo y tramitar, de acuerdo con lo que dictan la ley y los procedimientos, que sí los hay. La rigurosidad se debería aplicar para que el dinero robado regrese al Ecuador, como ha sucedido en algunos países como Perú, Brasil, Panamá, Colombia.
Pero no solo las obras del anterior gobierno están manchadas con estos actos de corrupción. Lo realmente preocupante son las malas prácticas en las que políticos jóvenes se ven involucrados. Apena sobremanera saber que están manchados quienes se supone son los sucesores políticos y que guiarán al país a un nuevo rumbo. ¿Esos corruptos menores de 35 años de edad representan realmente a los jóvenes? Aquí hay una enorme corresponsabilidad de las organizaciones políticas, autoridades y el Estado como tal. Los partidos y movimientos deben formar de mejor manera a sus militantes. Las autoridades deben tener valores, los cuales, si bien es cierto, nacen desde el hogar, también es cierto que en el camino se atrofian. Y obviamente, los ciudadanos también deben comprender que en cada uno de nosotros está el poder para cambiar el sistema. (O)
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