Nunca bajar la guardia / Fabricio Dávila Espinoza
El Ecuador defiende la justicia, la democracia y la independencia. Con esta premisa está redactada la Constitución del 2008. Sin embargo, la libertad de expresión empezó a brillar en diciembre del año anterior, con el proyecto de reformas a la Ley Orgánica de Comunicación.
La primera legislación fue promulgada en 1975, durante la presidencia de Guillermo Rodríguez. Esta “Ley de Radiodifusión y Televisión”, de la dictadura militar, urgía transformaciones. Evidentemente, una norma que, por naturaleza, debe favorecer la libertad resulta incompatible con un régimen no-democrático. Las reformas llegaron tarde, en 1992, 1995 y 2002; pero además de tardías no fueron sustanciales, sino leves maquillajes.
El 2007 inició un grave distanciamiento entre el gobierno y la prensa. Las confrontaciones tomaron un matiz violento. En medio de la ruptura de relaciones, el asambleísta Mauro Andino, encabezó el proceso hacia una nueva ley de comunicación, que llegó el 14 de junio de 2013, con una aplastante mayoría integrada por 108 asambleístas, de 137 presentes. El tiempo para su aprobación marcó un record, apenas 30 minutos, que en forma alguna podían ser suficientes para debatir artículos controversiales e incorporaciones de última hora. Los párrafos más incomodos tuvieron que ver con el linchamiento mediático; los mecanismos de regulación y sanción; la información entendida como bien público y la distribución de frecuencias. Bajo esta ley fueron sancionados periodistas y empresas informativas, varias de ellas están fuera de funcionamiento.
El cambio de gobierno significó un reencuentro con la prensa. Lenín Moreno mantuvo reuniones con periodistas y anunció el respeto a estándares internacionales para reformular la ley del 2013. Por fin, el 18 de diciembre de 2019, con 75 votos a favor y ocho horas de debate, los artículos aprobados en 30 minutos fueron cambiados. El proyecto entró en vigencia dos meses más tarde, el 20 de febrero, misma fecha de la adhesión ecuatoriana a la Declaración de Chapultepec, de la conferencia hemisférica sobre libertad de expresión, con más de 20 países suscritos de toda América. La ley reformada favorece la libertad de prensa, que es el derecho más amplio de la libertad de expresión. Aun así, la última palabra no está dicha, conviene nunca bajar la guardia. (O)