La política, el arte de los posible y lo imposible / Mario Fernando Barona
Cuentan que Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck o Churchill dijeron aquello de que la política es el arte de lo posible, pero que luego alguien más corrigió la frase señalando que la política es el arte de lo imposible. En cualquiera de los dos casos la analogía es correcta porque en política no es nada raro que lo posible se vuelva imposible y viceversa. Fíjese que, por ejemplo, el gobierno más corrupto y corruptor de la historia (el de Correa, por supuesto) sigue vigente y con fuerza en las mentes y corazones de muchos ecuatorianos. Con tantas pruebas del desastre en el que nos dejaron, aún hay gente que apunta de lo imposible a lo posible: respaldar a los corruptos. Por el contrario, someterlos a la justicia sin dilación ni piedad a todos los involucrados, se ha vuelto una tarea que ha pasado de lo posible a lo imposible.
Así es la política, de manera que ya nada debe sorprendernos, al punto que lo ocurrido la semana pasada con la difusión de un audio clandestino entre la presidenta de la AN y la ministra del Interior previo la votación para cambiar el orden del día en el que se iba a tratar la presunta vinculación del presidente Moreno en supuestos actos de corrupción con una empresa offshore, constituye solo otra mancha al tigre, que de tantas, seguramente ahora ya es pantera.
Lamentablemente la política ha sido siempre la plataforma en que se cocinan los más bajos instintos y las perversidades más atroces del ser humano, y lo que es peor, con pleno conocimiento y consentimiento del pueblo, que es quien termina premiándolos en las urnas.
Hay políticos honestos y dignos, sí, pero son tan pocos que precisamente ellos son quienes confirman la famosa Ley de Pareto también conocida como la regla del 80/20, que establece que, de forma general y para un amplio número de fenómenos en la sociedad, en la ciencia, en la naturaleza y en la vida diaria, aproximadamente el 80% de las consecuencias proviene del 20% de las causas. Es decir que únicamente dos de cada diez son destacables, los que merecen la pena, los valiosos, los que marcan la pauta de lo positivo, el resto, los ocho, son solo consecuencias.
¿Usted, quiere cambiar esta realidad?, vaya pues de lo imposible a lo posible, comience revisando su regla del 80/20 en su entorno más íntimo. Seguramente también se sorprenderá. (O)