Política virtual / Fabricio Dávila Espinoza
La campaña electoral, a pocos días de su cierre, deja como resultado la coexistencia de mucha tecnología y poca democracia. Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) cumplen una función notable, tal vez con un impacto superior al que, hasta hace pocos años, era propio de los medios tradicionales: radio, televisión y prensa. Las TIC permiten el intercambio de mensajes entre candidatos, partidarios y opositores virtuales.
El marketing político digital o promoción de postulantes por medio de las TIC es obligatorio. Las organizaciones políticas apremian la atención de los ciudadanos con el uso de las redes sociales y otros instrumentos comunicacionales. Los candidatos y partidos con amplia o mediana trayectoria y los grupos recién llegados buscan la simpatía popular en igualdad de condiciones. Las redes sociales consiguen que los mensajes fluyan con rapidez y bajos presupuestos. Las principales plataformas son Facebook, Twitter, Youtube y el servicio de mensajería instantánea, Whatsapp.
La digitalización de las campañas políticas suma importantes triunfos en el mundo. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es una muestra reciente. En nuestro país, el marketing electoral, se inauguró durante la reelección presidencial del 2013. La propaganda migró mayoritariamente desde los medios tradicionales a las redes sociales, casi de forma obligatoria, por la regulación del gasto electoral fijado en la ley. El equipo de publicistas del candidato ganador consiguió el “triunfo en las redes sociales”.
Las elecciones seccionales del 2019, no traen novedades, la digitalización ha reducido las esferas públicas para el debate de propuestas y los espacios virtuales son usados, por todos los que tienen acceso, para difundir el movimiento de los candidatos, arremeter contra los adversarios y generar noticias falsas. Los candidatos y los propios usuarios ingresan en el escenario de las TIC para crear adhesiones y rechazos, a conveniencia.
El marketing digital hace que el proceso de elecciones y la propia democracia muestren debilidades. La “política virtual” tiene la potencialidad de mejorar el diálogo y la transparencia. Sin embargo, incrementa la polarización extrema de la opinión pública y el uso de las redes como armas de ataque contra los rivales. La campaña realizada en las redes sociales está en deuda con la democracia. (O)