El uso indiscriminado de antibióticos / Ing. Patricio Chambers M.
El uso indiscriminado de antibióticos / Ing. Patricio Chambers M.
En una de las publicaciones en línea más prestigiosas de España, realizadas por la organización Nueva Acrópolis de Valencia, se ha presentado un artículo bastante esclarecedor sobre el uso indiscriminado de antibióticos.
En dicho artículo se menciona que según estudios desde los años 60 el uso de este tipo de medicamentos, ha provocado un aumento progresivo del número de bacterias que se han vuelto resistentes no sólo a uno sino a varios antibióticos, por lo que su control resulta extremadamente complicado.
Esto genera especies bacterianas capaces de producir enfermedades potencialmente letales. Debido en parte a este aumento de la resistencia frente a los antibióticos, los índices de mortalidad de algunas enfermedades contagiosas como la tuberculosis han vuelto a surgir.
Un error bastante generalizado ha sido el considerar a todas las bacterias como algo ajeno y pernicioso para el ser humano, cuando en realidad es sólo una pequeña parte de las bacterias, las causantes de enfermedades.
De hecho, la mayoría son indispensables en la naturaleza y nuestro organismo. Las bacterias, seres unicelulares microscópicos, abundan en el medioambiente y en la piel y las mucosas, como la que tapiza el aparato digestivo. Nos ayudan a digerir y procesar algunos nutrientes y vitaminas y a menudo nos protegen de la enfermedad porque compiten con las bacterias patógenas y limitan su proliferación.
Los antibióticos, si bien necesarios para el control de las infecciones bacterianas, pueden tener efectos indeseables sobre el equilibrio de las poblaciones microbianas. El problema surge al momento en que el antibiótico ataca a las bacterias que producen la enfermedad, también llega a afectar a las beneficiosas.
De esta forma se eliminan bacterias cuya presencia podría haber limitado la expansión de las patógenas, y cuyo hábitat es colonizado por otras bacterias que a su vez producen infecciones secundarias.
Por tanto, los antibióticos son un recurso al que se debería acudir sólo cuando sean realmente necesarios. Los médicos recomiendan por ejemplo no utilizarlos en infecciones virales como resfriados y gripes, pues no actúan contra los virus; tampoco en ciertas afecciones menores como el acné.
Una situación preocupante, es la tendencia bastante generalizada de automedicarse, lo cual no sólo que no vence al agente infeccioso, sino que contribuye al desarrollo de cepas más resistentes, que luego producirán trastornos de difícil tratamiento y muy caros.
Cosa similar ocurre con los antibacterianos que, al usarlos bajo la idea de mantener espacios asépticos, pueden también promover el crecimiento de cepas resistentes. De ahí que la recomendación es usar productos de rápida evaporación pues eliminan las bacterias potencialmente lesivas, sin dejar residuos duraderos.
De cualquier manera, es importante tener presente que la prevención más eficaz contra las enfermedades infecciosas comienza por la higiene personal. De hecho, el simple acto de lavarse las manos, constituye una buena precaución que a menudo descuidamos.
En el hogar como en lugares públicos, los jabones y detergentes cumplen en buena forma su misión de reducir el número de bacterias potencialmente peligrosas. (O)