La fantasía populista / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

            

Dicen que es muy fácil robarle el caramelo a un niño, y supongo que lo es, basta con aprovecharse de su ingenuidad para con engaños tomar el botín. Vamos a hacerlo más práctico. Suponga que está frente a un niño al que pretende robarle su caramelo, sólo le dice mira (con sorpresa e incredulidad) señalando con su dedo algún punto impreciso del horizonte y mientras el muchacho ve hacia el vacío, usted rápidamente toma el caramelo y sale huyendo. El niño se percata que ha sido engañado y rompe a llorar.

Dicen que en política sucede algo parecido, que también le suelen robar la esperanza al pueblo con la misma facilidad como quien roba el caramelo a un niño, y sí, definitivamente es cierto, aunque allí el engaño es más elaborado y sutil. Veamos. El político populista, timador y sinvergüenza (perdón por la redundancia) sabe muy bien que su intención final será arrancharle el caramelo al pueblo, pero para que no termine llorando y consciente del engaño, el político ha colocado no uno, sino una mesa repleta de caramelos lejos del niño, allá hacia el horizonte que es a donde apuntará el dedo del ladrón, y claro, el pueblo al ver semejante espectáculo, sonríe, abre los ojos como platos y hasta babea. El caso es que esa mesa repleta de caramelos es solo una ilusión, una farsa un poco mejor elaborada, más… profesional. Así roban algunos políticos la esperanza del pueblo. Y lo siguen haciendo todo el tiempo, y todo el tiempo caen incautos. 

Están a la vista del mundo entero incontables, contundentes e irrefutables pruebas del atraco cometido por la Revolución Ciudadana al punto de haber dos sentencias en firme, la una en contra del ex vicepresidente Jorge Glas, quien está pagando su condena en la cárcel, y la que acaban de emitir la semana pasada en contra de los dos agentes que perpetraron el secuestro a Fernando Balda en Colombia por orden de Correa, quien por su parte, se aferra a lo único que ha hecho siempre: engañar al pueblo, ahora, apuntando a que es víctima del odio y la persecución política. Correa sigue señalando con su dedo una ilusión, un espejismo, una quimera (su inocencia adornada por una que otra obra conseguida también con engaños) y alguien por allí cegado con la fantasía populista, no deja de mirar tontamente… el dedo.  (O)

Mail: mariofernandobarona@gmail.com

Deja una respuesta