Imaginario lluqui. 2019 / Pedro Reino

Columnistas, Opinión


Los indígenas saben lo que significa un “lluqui”. Los mestizos traducimos lo que ha hecho la naturaleza con los “lluquis”, es decir, con quienes nacen con habilidades “a la izquierda”. Por lo general los “lluquis” comen, escriben, patean la pelota, o trabajan con el azadón y otras herramientas fortalecidos por un izquierdismo natural. Los de la mano derecha siempre han dicho que están a la diestra, mientras que los otros pertenecen a la siniestra. Si mal no recordamos, sobre todo en la educación formal, cuando aprendíamos a escribir, todos empleábamos la mano derecha, la de comer, la de hacer la señal de la cruz. Hay lluquis hasta en el fútbol y en la música, por lo cual cambian el orden en las cuerdas de una guitarra. Pero el caso es que llegaban compañeritos que contradecían la disposición del maestro, y todo lo hacían con la izquierda. Estos eran perseguidos, castigados, ofendidos. Hasta se  los amarraba la mano para que se vuelvan derechosos contra natura. En el catecismo, hacer la cruz con la izquierda era cosa del diablo. También en  política piensan así, como aquellos maestros de la derecha. Con este antecedente, aparecen los ambidiestros, potencialmente más peligrosos.

Leyendo explicaciones sobre los “quipus”, ese sistema de comunicación con cordeles que empleaban los incas (José Luis Mamaní, Universidad Nacional  de Jujuy, Argentina, 214). Dice el autor que hay un hilo que se llama Lloqui (Lluqui para nosotros) “es una cuerda que debe ser blanco y negro natural, está hilado a la izquierda y torcido a la derecha”. Estos hilos, según se sabe son los más duraderos. Con estos hilos se hacen muchos ponchos salasacas. Al ser más laboriosos, tienen razón de ser más caros. En mi lengua materna está la memoria contada por mi madre,  de que se hacían con hilado “huichcay”, palabra de una profunda connotación social, porque “huichcay” que significa “encerramiento, reclusión”, revela las prácticas esclavizantes de quienes ordenaban a los tejedores la preparación de dichos hilos.

El investigador de Jujuy además nos da noticias curiosas. Dice “también había sogas de paja torcidas a la izquierda, utilizadas para castigar (Guamán Poma, 1980: 831, T II) interpreto que quiso decir hilado a la izquierda, ya que quiere diferenciar del torcido común, general. Estos castigos en la zona andina se consideran sanadores y correctores”. Esto quiere decir que castigar con  un torcido a la derecha, no produce ningún efecto. El castigo, que se vuelve correctivo, para que sea sanador, debe provenir de un instrumento lluqui. Se me ocurre que hubo un “castigo” en las urnas tungurahuenses, en estas elecciones 2019, con la presencia del Dr. Manuel Caizabanda que ocupará el Gobierno Provincial, primer indígena en ocupar tal espacio de poder.

Si seguimos la secuencia histórica de ancestro indígena, el investigador señala que “curiosamente el tercer inca se llamó Lloque (Lluqui) Yupanqui.” ¿Qué haría él en su administración? La historia sin embargo dice que de él se esperaban que se cuenten sus virtudes. ¿Será que vamos a ‘contar virtudes’ cuando culmine su administración el reivindicado salasaca?. ¿Qué harán de él sus calculadores adversarios? ¿Podrá salir en defensa de quienes han permanecido por siglos en el “huichcay” esclavizante?

Volviendo al imaginario, el quichua no trae una palabra en concreto que se oponga a “lluqui”. Se tiene para indicar la derecha como un “allí maqui” (de buena mano) o un “mana huistu” que es un “derecho”, según pueden leer en el diccionario de Luis Cordero. En el imaginario indígena el cordel menudo  o la soga torcida a la inversa “lloqui era denominado por los antiguos habitantes del norte argentino como EL HILO QUE CURA. Decían los abuelos  que en el mes de Agosto, mes de la pacha mama , hay que atarse en la muñeca izquierda o en su tobillo, o en el cuello un cordelito lluqui, y esto interpretan contra los malos aires y contra la mala suerte. Después hay que quemarlo.” (O)

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