Virgen de Aguasal protege a Salinas de Guaranda
Salinas es parroquia del cantón Guaranda, provincia de Bolívar. Según la historia el nombre es atribuido por las minas de agua salada que pueden hallarse al cruzar el río.
En un escrito de la investigadora de la Universidad de York, Lisa L. North, Salinas era una de las zonas más pobres del país y con niveles altos de analfabetismo, mortalidad infantil y desnutrición.
Josefa Mazabanda, comunera de 75 años de edad. recordó que sus padres le contaban que los dueños de las tierras se creían que también podían decidir sobre las personas. En tiempos de la colonia, los indígenas eran obligados a cargar la sal sobre las espaldas y llevarla hasta Guayaquil, el principal puerto de intercambio comercial.
Ahí les pagaban con oro y ellos debía entregarles a los ‘patrones’ que invertían sus riquezas en otras ciudades y en el pueblo solo quedaba la miseria.
Agrega que los indígenas rezaban mucho a la imagen que estaba sobre las minas para que les haga el milagro y se termine la miseria.
“Nuestros taitas decían que en alguna ocasión vieron llorar a la virgen y también que salía siempre a las minas para ayudarles a los agricultores, lo cierto es que nos escuchó”, dijo Josefa.
De a poco se terminó el latifundio en estas tierras de Bolívar y por los años 70 llegó el adre Antonio Polo, sacerdote y educador salesiano nacido en Italia, junto a otros misioneros salesianos que empezó con la educación e impulsó el cooperativismo y la economía solidaria. Es decir con la educación y el trabajo comunitario ya no debían entregar sus riquezas a los dueños de hacienda, sino que toda la ganancia era compartida entre la comunidad.
UN MONUMENTO A LA VIRGEN
Los comuneros acordaron construir el santuario de la Virgen de Aguasal, cerca de las minas por la gratitud de los milagros. Se levantaron dos estatuas de bronce, una que representa a la virgen y la otra de un obrero que lleva en sus espaldas un pondo en la cual trasladaban la sal. Es la herencia de lo vivido que quedó plasmado en las esculturas, cuentan sus pobladores.
El santuario se encuentra dentro del sendero turístico donde también se tejió la historia de la parroquia. Clemencia llegó por primera ocasión que llegaba a Salinas, a más de la leyenda de la virgen, también aprendió sobre la forma de obtención de la sal.
El agua salada la ganan de las dos vertientes: cando warmi y cando kari; es decir, hembra y macho. Se la deposita en la chagra que es un orificio cubierto por roca y ahí la dejan hasta que se seque. Los comuneros saben que la sal está lista para llevar a casa cuando colocan un huevo en la poza y si flota está listo el primer proceso.
Esa consistencia la trasladan a las casas para colocarlas en pailas de acero y ponerlas a cocinar a fuego lento durante ocho horas. El líquido se evapora y se obtiene la sal yodada que la moldea en vasija de barro con carbón caliente y después se la envuelve con la paja del páramo y se la vende en las tiendas locales. (I)