Invitación Pascual: Sal fuera y vive (I) / P. Hugo Cisneros
Hoy se vuelve a repetir la historia de siempre: un Dios, un Jesús que BUSCA al hombre, que no quiere dejarle postrado en su muerte que es fruto de la DESOBEDIENCIA a sus deseos y mandatos. La historia es la misma, el hombre que ante el «no COMERÁS EL FRUTO del árbol», el joven desobedece y en el afán de ser él el rector de su vida, se encuentra con la MUERTE.
Todo paso de Dios y de Jesús por la historia del hombre, es un PASO = PASCUA QUE VA GENERANDO VIDA. De hecho visita al hombre para pasarlo de la nada al ser viviente, su paso vence el caos y la oscuridad y genera la armonía, la claridad; cuando nos encuentra en el mal y el pecado su paso engendra salvación que vence la condenación merecida (Génesis 1,2,3). Dios compadecido de sus hijos y de su pueblo PASA, HACE SU PASCUA venciendo, con brazo poderoso la esclavitud para entregarle la libertad y los dones de la liberación como es la tierra prornetgía (Éxodo 3 y ss)
El paso de Dios, en tiempos de exilio de su pueblo, es un paso que anuncia vida y tiempos mejores a todo aquel que le OBEDECE y es fiel a su ALIANZA (todo el profetismo).
El paso de Dios y de Jesús está motivado por el gran amor que tiene al hombre y a su pueblo; «Con eterno amor te amé y por ello no quiero sacrificios, sino amor (salmos y profetismo, Oseas 2,4- 19) «Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Unigénito, Jesús» (Juan)
Dios y Jesús tienen una dinámica propia de su PASO, de su PASCUA: «He VISTO la afección de mi pueblo, he ESCUCHADO el clamor ante sus opresores y CONOZCO sus sufrimientos. He BAJADO para LIBERARLO de las manos de los egipcios y para SUBIRLO (pasarlo) de esta tierra a una tierra buena y espaciosa. (O)