Un libro te hace libre / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión


Dos grandes escritores y sus coincidentes muertes en 1616, William Shakespeare y Miguel de Cervantes hicieron que el mundo, a través de la UNESCO, cada 23 de abril celebre el Día del Libro. Este regalo a la humanidad que nos permite transportarnos a miles de mundos imaginarios y desconocidos, que nos hacen llorar, que nos hacen vibrar, que nos hacen que consigamos lo que no se compra y que es sentir felicidad, es decir es el único caso que al comprar un libro compramos felicidad.

Un libro puede sesgar nuestros pensamientos, hacernos ciegos, extremistas, fanáticos, extraviados, convencidos de ideas utópicas que nos logren “lavar el cerebro” o nos puede curar la más peligrosa y osada de las enfermedades humanas que es la ignorancia. También puede ser que en algún renglón de un libro y quizás el que menos esperamos, nos esté esperando una frase tan convincente y tan decisiva que nos dé el sentido de la vida que tanto buscamos. La palabra escrita entra contundente a nuestra mente y puede vincularnos con recuerdos imborrables, nos maravilla, nos deja absortos con su riqueza, su fuerza y profundidad.

George R.R. Martin dice: “Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”. Y quien se acostumbra a leer sabe que esto es una verdad, que entregarse a la lectura es viajar a muchos mundos, sentir que encarnamos en muchos personajes, imaginar lo que no habíamos imaginado. En fin, una serie de efectos que la lectura trae a quien abre un libro. Pero pese a los esfuerzos de la CERLAC (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, por sus siglas), un organismo bajo auspicio de la UNESCO que trabaja en la creación de condiciones para el desarrollo de sociedades lectoras orientando sus acciones hacia el fomento de la producción y circulación del libro; la promoción de la lectura y la escritura, y el estímulo y protección de la creación intelectual, en un análisis realizado en América Latina sobre el comportamiento lector y hábitos de lectura, se encontró que más de las tres cuartas partes de la población encuestada se declara no lectora, siendo la falta de tiempo y el desinterés las razones más frecuentes para no inclinarse por la lectura.

Un estudio publicado en el Journal of Consumer Psychology sugiere que los libros son productos experienciales, es decir, aquellos que proveen situaciones nuevas a quien los consume, parecido a las vacaciones, los espectáculos, las comidas sociales. Esto coloca a los libros como los productos que más se deberían requerir para los consumidores que buscan estos placeres. Los libros son tan esenciales para el cerebro humano porque nos hacen pensar con nuestra cabeza y con la cabeza de otros, nos hacen sentir, provocan empatía y emociones, nos cultivan, elevan nuestro vocabulario, nos insertan en ciudades y culturas lejanas.

Los libros nos ablandan nuestras rígidas creencias haciéndonos más críticos, menos conformistas, menos sumisos, menos sometidos, menos apegados a creencias absurdas. Una ignorancia autoelegida y llena de excusas es un pueblo manipulado y esclavizado por los más sinvergüenzas que con grandes mentiras como la de la igualdad, se reparten lo que nunca han trabajado, racionando miseria a los desprotegidos y convirtiéndose en dictadores y millonarios con el dinero de todos los que trabajan y emprenden. (O)

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