Moreno consolida ruptura con Correa

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Fotografía cedida por la presidencia de Ecuador del presidente de Ecuador Lenín Moreno  saludando al subsecretario para Asuntos Políticos del Departamento de Estado de EE.UU. David Hale (d), ayer. (Foto EFE)

Quito, (EFE).- El presidente Lenín Moreno llega este viernes el ecuador de su legislatura en medio de una cruzada contra el correísmo y la corrupción, con una economía resentida y la necesidad de reformas que pueden abrir nuevos frentes sociales.

Dos años después de asumir el cargo, el mandatario ecuatoriano de 66 años asegura no aspirar a la reelección en 2021, y tiene por delante la aplicación de reformas tras varios acuerdos con organismos internacionales que destinarán más de 10.000 millones de dólares en cómodos préstamos.

«El FMI pide terminar en cero de déficit este año, y en 2020 tener un crecimiento del 3% y eso requiere reducir el tamaño del Estado», explicó el analista Santiago Basabe, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Para llegar a esos objetivos, Basabe advierte que es inevitable despedir a funcionarios y que «no se puede esperar que el sector privado asuma esa masa en corto plazo. ¡Es una situación difícil!».

Defiende, no obstante, que el Gobierno haya acudido a esos organismos porque no había otra salida ante «la situación complicada» heredada por Moreno de su predecesor, Rafael Correa, que lo ayudó a llegar al poder en 2017 pero con el que se ha enemistado al borde de una guerra política fratricida.

El mandatario, que en estos dos años ha visto el rompimiento del movimiento Alianza País entre «morenistas» y «correístas», acusa a su predecesor de haberle dejado un país endeudado, aislado de los organismos internacionales y una corrupción rampante.

Unas acusaciones que Correa desmiente categóricamente al preguntarse con sorna: «¿Cómo puede acusar a un Gobierno de corrupción del que él mismo formaba parte?, ¿No se dio cuenta de que había corrupción generalizada?, ¡Eso es porque es mentira!».

Para el expresidente, identificado con el «socialismo del siglo XXI», Moreno «traicionó el mandato popular» por el que fue elegido, y califica su gestión «del peor Gobierno al menos desde el retorno a la democracia» en 1979.

«Un candidato que llegó con un programa de gobierno hecho entre todos para continuar con la revolución ciudadana, (..) lo bota a la basura y adopta el más extremo neoliberalismo. La ruptura viene de esa traición», aseguró Correa a Efe desde Bruselas, donde reside.

El realineamiento y aperturismo de Ecuador al mundo, sobre todo con la firma de nuevos convenios comerciales, es considerado por el actual Ejecutivo uno de sus mayores logros y fuente del que debe ser un proceso de recuperación económica basado en nuevos motores de desarrollo y una inversión que no acaba de llegar, por lo menos no en las cantidades necesarias.

El «precio» de este proceso se desvelará en la segunda parte de la legislatura, y lo que Correa considera la «entrega» del país y su «desinstitucionalización», Basabe lo valora como única opción de lo que califica «un Gobierno de transición».

Y es que muchos ven que su misión -y en ello ha tenido el apoyo de la derecha conservadora- era «descorreizar» el país. (I)



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