Secuelas de la corrupción / Editorial
La corrupción en la actividad política tiene sus repercusiones de toda clase de acciones que cumple la sociedad en los ámbitos morales, sociales y económicos, con tal profundidad que resulta difícil sacar a las naciones hacia el encauzamiento en la línea de honestidad que permite el desarrollo de los pueblos.
Cuando se ha institucionalizado la corrupción para delinquir y robar los recursos públicos, a través de verdaderas mafias propiciadas por los propios gobernantes, como ha acontecido en numerosos países de nuestra región, se vuelve tarea casi imposible perseguir a estos malos elementos incrustados en altas esferas de los gobiernos y que mantienen enorme influencia para impedir las investigaciones y las sanciones.
Para llegar a la institucionalizar de la corrupción, los gobiernos que han tenido origen democrático se convierten en autócratas y dictatoriales, que acumulan en su entorno todas la funciones públicas como la justicia, la fiscalía, los organismos de control, en las. que colocan a gente de confianza que puedan ser obedientes e incondicionales al gobernante.
Renovados los gobiernos, las cosas continúan con algunas pequeñas variaciones. Cuando algún corrupto es enjuiciado se declara perseguido político y no falta gente que hace coro a esta declaración. Entre tanto las investigaciones demoran mucho tiempo y las sanciones no llegan ejecutoriadas.
Entre tanto los pueblos sufren las consecuencias en medio de limitaciones por falta de trabajo y remuneración, con la carga de un exagerado endeudamiento y los gobiernos limitados a impulsar el desarrollo nacional y la prosperidad generalizada. (O)