La honestidad es innegociable / Mario Fernando Barona
La honestidad es innegociable / Mario Fernando Barona
En torno al cura Tuárez hay posturas tan disímiles y contradictorias como las de un respaldo absoluto e incondicional a él y lo que representa (y que seguro es la minoritaria), así como las de rechazo categórico y radical a lo poco que ha hecho y dicho pero que ha provocado una tromba en su contra. Sin embargo, hay una tercera loca combinación de las dos primeras: ‘por Dios, que ni se les ocurra destituir al cura Tuárez, él representa al mejor y más atinado instrumento de desprestigio y escarnio para la institución que preside y por ende para el correísmo.’
Como estos, hay infinidad de casos en la vida en los que frente a un mismo hecho puede haber posturas muy distintas, y está bien. Pero, si el destino ha de sorprendernos con el devenir de mil vidas, con el lamento de mil catástrofes o con el enfrentamiento de mil odiseas, siempre, por sobre cualquier circunstancia, habrá algo único, inclaudicable, innegociable y taxonómico: la honestidad y la decencia.
No obstante, este señero principio sujeto a la esencia de la vida y a la naturaleza humana como el aire para respirar, tendría incomprensibles excepciones, como las que vivimos con frecuencia los ecuatorianos cada vez que tropezamos con hordas verde-flex pretendiendo defender lo indefendible. Una de las últimas fue la denuncia que hace Gustavo Bucaram, ex secretario de Viviana Bonilla cuando gobernadora del Guayas durante el correato, quien confirma que ella le dispuso viajar a Quito para recibir 100 mil dólares en efectivo para su campaña electoral. Bucaram aparece en el informe “Arroz Verde” y su testimonio ratifica lo escrito en el cuaderno de la ex – mano derecha de Correa, Pamela Martínez, ahora detenida. Es decir, todo ha sido siempre tan evidente, y lo es también en este y otros casos en los que ya no solo está escrito, sino además hay confesión de parte, que resulta imposible equivocarse en el juzgamiento. Pero al igual que con Bonilla, con Tuárez, Mera, Duarte, Alvarado, Pareja, Bravo, Chiriboga, Pólit, Rivadeneira, Baca, Glas, el mismo Correa y muchos, muchos más, solo lo negarán, mientras tanto, un grupo de corifeos gritarán inocencia y clamarán regreso, haciendo caso omiso a la máxima de que la honestidad no es negociable.
Por eso, ahora más que nunca es tan cierta y latente la frase de George Orwell quien dijo: “Un pueblo que elije corruptos, impostores, ladrones y traidores, no es víctima, es cómplice.” (O)