Dos cumbres / Rodrigo Fabricio Dávila Espinoza
Las cumbres internacionales de altos funcionarios se realizan con periodicidad. No es ajena la discusión y dudas sobre su eficacia, utilidad y repercusión.
Esta semana concluye con dos reuniones de altura, a escala mundial. El miércoles inició, en la ciudad de Medellín, la asamblea número 49 de la Organización de Estados Americanos (OEA). Los 34 representantes de países miembros permanecerán reunidos hasta hoy. Al otro lado del Pacífico, en Osaka (Japón), mientras tanto, este día inicia la cumbre del G-20. Los resultados finales se conocerán el sábado. Este organismo cobija a los países más poderosos del mundo, que representan cerca del 85 por ciento de la economía mundial.
Las intenciones y los temas de interés son distintos. Los disertantes en la OEA harán pública la postura de los países a los que representan en temas sensibles como la situación política y social de Venezuela; el proceso de paz en Colombia; la crisis migratoria regional y el respeto a los derechos humanos. Por su parte, el G20, fue convocado para buscar alternativas frente a la amenaza que representa el cambio climático y para garantizar un comercio mundial libre y justo, reducir las desigualdades y fomentar el desarrollo sostenible.
La Organización de los Estados Americanos (OEA) es el organismo internacional más antiguo del mundo; fue creado oficialmente en 1948 con la suscripción de la Carta de Bogotá. Esta organización tiene el objetivo de lograr entre los países miembros «un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia». El G20, por su parte, nació en 1999 como una respuesta a la crisis financiera de fines de 1990 y con el objetivo de lograr soluciones más justas y equilibradas para el sistema económico global.
En torno a la utilidad de estas cumbres, lógicamente, hay opiniones posicionadas de manera positiva y otras no tanto. Algunos creen que son un instrumento que debe ser conservado. Al contrario, muchas personas opinan que son un espacio de negociación útil. La balanza, debería inclinarse a un lado. No precisamente al pesimista. La situación migratoria, el cambio climático, la recesión económica,… son temas que no soportan más indolencia. (O)