La naturaleza y el hombre / Mario Fernando Barona
Durante las últimas semanas hemos debido soportar días ventosos y noches gélidas en Ambato. Incluso quienes vivimos acá nos sorprendemos del cambio climático porque no es usual pasar tanto frío; pero sí, el clima ha cambiado al punto que incluso en el oriente de la provincia los ríos se han llevado casas, puentes, sembríos y hasta vidas.
Y aunque no lo expresemos abiertamente, creo que en nuestro fuero interior alguna vez nos hemos preguntado ¿por qué? sin obtener respuesta. Tal vez, la más cercana a la lógica de la razón es que la naturaleza reacciona abruptamente cuando se siente amenazada, ofendida y que producto de nuestro desdén y quemimportismo en su cuidado, de vez en cuando se irrita y explota.
Y ya sea que efectivamente, a consecuencia de nuestras acciones u omisiones, o como un proceso normal de evolución del planeta, o lo que quiera usted imaginar, la madre naturaleza resulta impredecible y violenta. Como también lo es usted, y yo, y todos nosotros, y por ende cada uno de nuestros actos del día a día que dependen directa o indirectamente de lo que hagamos o dejemos de hacer.
Usted dirá que es una exageración, que evidentemente no hay relación entre un terremoto, un ciclón o una erupción volcánica con una gresca entre dos conductores en media calle, o con las muertes en las cárceles, o con la ola de femicidios, o con la intolerancia a la igualdad de derechos de los homosexuales, o con las sabatinas formas autoritarias de un dictador. En fin, usted dirá que lo primero está fuera de nuestro control, que claramente no se pueden ajustar las condiciones para que la naturaleza pueda hacer o no hacer algo, y que en cambio lo segundo es consecuencia directa de nuestra conducta y reacciones humanas y que por tanto sí son controlables.
Sí, y usted tiene mucha razón en pensar así, pero fíjese que somos tan particulares los seres humanos que aún teniendo el control de nuestros actos, pudiendo ‘domarlos’, gozando de la posibilidad de decidir qué camino tomar y cómo reaccionar, muchas veces, muchas veces, optamos por ser impredecibles y violentos como la naturaleza, nos irritamos hasta explotar como un volcán en erupción, sin medir consecuencias, sólo arrancamos todo de raíz cual tornado y embestimos con la fuerza bruta de un caudaloso río desbordado.
Así somos. Pero a diferencia de la naturaleza, nosotros sí podemos controlarnos y decir no. (O)