Vivencias del terremoto de 1949
Hoy conmenora 70 años del fatídico terremoto de 1949 que afectó a la zona centro del país, los recuerdos de los sobrevivientes aún se siente como si fuera ayer.
Con ojos cansados y lágrimas que brotan hacia sus mejillas, Dora Amán Chicaiza de noventa años de edad, revive aquel día que quedó grabado por siempre en su memoria.
“Tenía 20 años de edad, estaba regando el agua en mi cultivo cuando sentí un remezón. Me asusté y salí corriendo del sector. Al llegar a la esquina vi cómo se destrozó Pelileo”, contó.
La mujer, oriunda de Inapí, recuerda que donde ahora se ubica Pelileo Grande se desató lahisteria, porque varias personas llegaban gritando ¡Ya baja La Moya! “Han sido los ladrones que esperaban que salgamos corriendo para robar en las casas”, explicó.
Sin embargo, a pesar del miedo, salieron hasta Salasaca en busca de refugio con la pena en su hombro de haber perdido mucha gente conocida. Sobre la ayuda, no recuerda mucho, pero sí aseguró que existió mucha injusticia y algunos víveres no llegaron nunca a su destino.
El pelileño Néstor César Llagua Tubón es otro sobreviviente. “Nunca vivimos un temblor antes, yo sólo tenía 10 años de edad y estaba cuidando las ovejas de mis padres. A las 14:00 horas aproximadamente, sentí que bailaba y observé un árbol que se rompió. Al bajar la mirada noté una abertura en el suelo de 60 centímetros. Al poco rato sentí otro remezón que me tumbó al suelo”, relató.
Néstor corrió a buscar a sus padres en la casa ubicada a pocos metros donde ahora es una empresa láctea. Su tía María Clementina murió en el parque aplastada por una pared, ese día. El sobreviviente solamente recuerda que Eva de Perón vino en persona a repartir sábanas y ponchos. “Decidimos quedarnos, porque no teníamos dinero”, aseguró.
El caudal del río se taponó y con varios trabajos lograron nuevamente abrirlo. En Chacauco varias casas quedaron enterradas.
Segundo Malusín relata cuando la tierra tembló sin piedad. Estaban de vacaciones y él ayudaba a su familia en la cosecha. Recordó que luego del almuerzo se disponía a continuar con el cultivo, pero sintió el temblor y notó que las casas quedaron cuarteadas. Con el segundo sismo varias paredes se derrumbaron. El hombre recordó que no podía encontrar a sus padres; sus hermanas habían bajado al sector que quedó tapado por el sismo (ellas murieron).
“La primera noche cayó un aguacero y gracias a los plásticos que botaban los aviones logramos cubrirnos. Fue después de tres días que me reencontré con mi madre y luego de 15 más con mi papá. Habían estado desesperados buscándonos”, expresó.
Algunos pelileños que no recuerdan este evento transmiten historias de sus padres como Matilde América Pillapa Chicaiza, quien replicó que su familia decidió, esa misma noche, trasladarse a Salasaca. La mujer contó que al ver que no tenían nada decidieron viajar en tren desde Quero hasta Riobamba para juntar dinero y luego regresaron para trasladar a su ganado. “Al mes vino mi papacito para llevar sus animales. El trayecto a Riobamba lo hicieron a pie”, detalló.
Las consecuencias de este desastre natural fueron pérdidas materiales y humanas incalculables. El sismo afectó a Pelileo principalmente, pero también a Ambato, Patate y otros cantones de la provincia.
En Ambato la historia es parecida. Amalia Ortega cuenta que su madre Dora Concepción lloraba en cada relato sobre este día. “Mi madre ya falleció, pero aún recuerdo que nos contaba cómo se colocaron carpas, donde ahora es el Mercado Modelo”, recordó. (I)