Francisco de la Lama y Negrete. 1786 / Pedro Reino
Estando enfermo en su cama y en su entero juicio, hizo un poder para que su mujer, doña Baltasara de Báscones y Velasco, juntamente con el General don Pedro Fernández de Zeballos (abuelo del historiador Pedro Fermín Cevallos), redactaran su testamento. Lo hacen en la villa de Hambato en 29 días del mes de abril de 1786, tanto el poder como el testamento, con lo cual se deduce que es la fecha de su muerte.
“… nos comunicó el dicho don Francisco de la Lama y Negrete, (dice el documento) fue hijo lexítimo de don Patricio Bernales la Lama y doña Getrudis Negrete Bustillos, naturales de los reinos de España en la ciudad de Viscaia, de donde dijo era nativo” él y su padre. “fue sepultado su cadáver en la iglesia matriz de esta villa, con la pompa respectiva a su persona y empleo de Teniente de Caballería de milicias formadas en ésta, que obtuvo en su vida; con su vigilia, misa cantada de cuerpo presente y demás necesarios a la solemne función de su funeral y entierro, lo que declaramos para que conste,… fue casado y velado según orden de nuestra santa madre iglesia de primer matrimonio, con doña Baltasara de Báscones y Velasco, su lexítima mujer, y durante dicho matrimonio hubieron y procrearon por sus hijos lexítimos a don Joseph, don Manuel y don Francisco de la Lama de menor hedad que al presente viven y que no tuvo otro hijo ni otro matrimonio”.
Se había casado con mujer rica, quien heredó una hacienda que dice que su escritura reposa en la escribanía, “y que de su parte no metió capital alguno; como también que después de hecha dicha carta de dotes heredó de sus padres la enunciada otorgante su mujer las casas donde vive contiguas a la plaza mayor”. Después “compró a don Manuel Sánchez, marido que fue de doña Rita Básconez y Velasco, su concuñado” unos terrenos en la traza de la misma villa donde hizo otra casa baja de teja, amplios corredores, con cuadra de alfalfar, huerta de capulíes y duraznos que los cerró con tapias y cabuyos.
Se deduce de su testamento que se dedicó al negocio de mulas y a la administración del Estanco de Aguardientes. Eso le dio fortuna porque deja para sus herederos. “Nos comunicó haber comprado por escripturas públicas cinco caballerías de tierras (unas 80 cuadras) en el citio de Quinchicoto, las cuatro a doña Petrona Espinoza viuda de Melancio Báscones en un cuerpo”. La hacienda de Santa Lucía de Tisaleo que heredó su mujer, fue ampliada con otros llamados retazos, donde estaban “ciento y tantas cabezas de ganado vacuno entre bueyes, vacas y críos; y dos manaditas de ovejas de castilla chicas y grandes, machos y hembras al cuidado de sus indios pastores, quienes darán quenta”. También “declaró dexaba como sus bienes unos retazos de tierras en un cuerpo en el citio de Capote (actual Cevallos) que las compró a varios individuos”.
“También nos comunicó tiene una cuenta con el General don Baltasar Carriedo (Mazorra) del préstamo de mil quinientos pesos en dinero de los que le tenía dado y pagado en varias partidas de lanas, trigo, socorro de cebada a los indios de su servicio, plata, tres machos, una mula y un caballo, y que liquidada la cuenta, según los apuntes de dicho señor y su buena ley, lo que resultare de líquido se le pague de sus bienes…nos comunicó tener cuenta con don Fernando Naranjo por el subarriendo que le hizo del estanco de aguardiente del partido de Tisaleo, que según cómputo le debía ochocientos a mil pesos por escriptura pública otorgada ante don Antonino Balenzuela… nos comunicó que don Eugenio Artiaga, vecino de la ciudad de Cuenca, le tenía que entregar once potrancas las que mandó se recaudasen por sus albaceas, como también declaró deberle don Fermín Izquierdo, vecino de dicho Cuenca, cuatro chúcaras; y el Teniente de Simiatog, Gregorio Ruiz, cinco torejones, todo lo que recaudado que sea, se agregue a sus bienes,”. Diré que también estuvo de Teniente encargado de Hambato y entró en los litigios del presbítero Lara de Pilagüín, quien se había dedicado al negocio de las mulas en lugar de adoctrinar indios. (Archivo Ambato).