El reto de entender al ser humano / Mario Fernando Barona
En un proceso de elecciones en cualquier país, es “entendible” que de pronto por allí gane un outsiderpoco conocido pero hábil con las palabras y carismático. Al ser primera vez, no ha habido oportunidad de conocerlo en la práctica, es por eso que, para decidir el voto, mucho influyen aquellas cualidades que dejan ver su lado más romántico y que a la vez intentan darle un rostro cercano a la gente. Y muchas, muchas veces, eso es más que suficiente. Las masas han sido impresionadas y el misterioso personaje, gana las elecciones.
Es lo mismo -guardando las distancias- con la enorme mayoría de la población mundial que cree, acepta y defiende a distintos dioses sin conocerlos, sin verlos y hasta sin estudiarlos. La sola fe actúa con una fuerza de convicción más grande que su propio entendimiento.
Si todo esto ocurre sin saber nada de esos personajes, sin conocerlos a fondo, sin tener una idea clara y pragmática sobre su postura, integridad, gestión y accionar, y los apoyamos incondicionalmente solo porque “nos parece que está bien hacerlo” o “porque el resto también lo hace”, imagínese si ya los llegaran a conocer y en la práctica efectivamente sintonizan con su sentir y expectativa; en tal caso, esos personajes se transforman automáticamente en ídolos y dioses, y lo serán a pesar de ser un verdadero fraude, un engaño total, unos farsantes, timadores, cuentistas y mentirosos. Nada importa, es tarde, ya caló en la médula de su esencia y muy difícilmente le harán cambiar de opinión
Precisamente por divinizar a embusteros, pueblos como Venezuela han caído en el abismo. Por endiosar a embaucadores, Ecuador perdió en la década pasada su oportunidad histórica de salir del subdesarrollo. Por idiotizarse en una fe ortodoxa, pueblos enteros son exterminados en nombre de un dios. Y por eso, por el “simple” hecho de que el ser humano está dispuesto a matar y morir en nombre del dios que ordena ajusticiar a los infieles, pues, endiosar a un simple mortal al punto de tapar sus fechorías, alabarlo y defenderlo, es nada, de hecho, se vuelve completamente comprensible y normal a la luz de la lógica del complejo entendimiento humano.
Si alguna vez se ha preguntado ¿por qué, a pesar de demostrarse hasta la saciedad los innumerables abusos, robos y trafasías cometidas durante la Revolución Ciudadana, aún hay gente que los defiende?, esta puede ser una respuesta aproximada. (O)