Costa Rica / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



Cuando Cristóbal Colón llegó a ese territorio, en su cuarto viaje, año 1502, lo bautizó como Costa Rica por los adornos de oro que lucían los nativos: “Aquí debe abundar las minas de oro”, pensó erróneamente. Colón y sus secuaces se dieron con la piedra en los dientes. Costa Rica carece de minas importantes. Tampoco había una población de nativos a quienes se pudiera explotar. Así, la región fue ignorada por los primeros españoles fabricadores de imperios.

Otra sorpresa. Costa Rica no sufrió las consecuencias de los grandes latifundios ni del sistema de peonaje, propiciadores de movimientos revolucionarios. En contraste con las inconmensurables haciendas de otros países latinoamericanos, trabajadas por campesinos pobres; Costa Rica es nación de agricultores que labran sus propios campos, viven en casas de estuco, enlazadas por una excelente red de caminos. El resultado es una sociedad que cuenta con una clase media fuerte, ingrediente indispensable de la democracia.

Es el único país en América Latina que suprimió el ejército en 1949. Medida constitucional para evitar golpes militares. Los costarricenses creen, firmemente, que la mejor inversión del dinero está en educación y en programas de salud.

Las campañas electorales se desarrollan en medio de desfiles, de proclamas. A pesar de las pasiones, un sentido de decencia prevalece en el recuento de los votos.  Un costarricense me relata, “Al final decimos: se acabó las elecciones. No hay rencores. Vamos a tomarnos un trago”. Por supuesto que Costa Rica tiene problemas económicos, déficit presupuestario.  Sin embargo, ninguno de la magnitud de otros países, pese a los generosos programas de bienestar social.

 En medio de la incertidumbre revolucionaria continental, Costa Rica es un modelo de democracia en donde los problemas se resuelven con votos y no con balas.

Para este modesto trovador de caminos, el índice más convincente de las bondades de sistema democrático de Costa Rica, es la constatación personal del lema de los ticos, resumido en su himno nacional “¡Vivan siempre el trabajo y la paz!” . (O)

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