Los que protestan, votan / Mario Fernando Barona
El mundo se ha quedado atónito con los niveles de violencia, vandalismo y destrucción que estos días ha sufrido Chile y específicamente Santiago, producto de las protestas estudiantiles por el incremento en el pasaje del metro. Para decirlo de alguna forma gráfica y comparativa, todo lo que nos ocurrió acá durante el paro indígena, en Chile se multiplicó por cuatro, al menos.
¿Por qué Chile -ejemplo latinoamericano de éxito, progreso y libertad-, soportó la más grande y cruenta protesta social desde su regreso a la democracia? Para responder esta pregunta debo señalar que al menos hay tres grupos de gente bien identificada (tanto en Chile como en cualquier otro país latinoamericano) que hoy por hoy durante una protesta social alimentan en más o en menos los niveles de irracionalidad en las hordas. Ellos son: 1) Los fanáticos convencidos. 2) Los anarquistas infiltrados. 3) Los tontos útiles.
Al primer grupo pertenecen aquellos verdaderamente resentidos con el progreso, la riqueza, el desarrollo y la libertad. Creen que el socialismo es la única salvación y la quintaesencia de la verdad, pero curiosamente no se irán nunca a vivir en Cuba o Venezuela porque disfrutan de las delicias del capitalismo en su país y en los mismos EEUU. No son muchos, pero tienen el discurso reivindicatorio como arma poderosísima a la hora de convocar a las masas.
El segundo grupo va ligado al primero. Son extremistas y narco-terroristas preparados y pagados por mafias políticas para sembrar el caos y la barbarie a niveles insospechados. Tampoco son muchos, pero sí más que suficientes para intimidar y generar gran temor en la población con saqueos, incendios, robos y devastación.
Para explicar el nombre que le he dado al tercer grupo es necesario conocerlos, conversar con ellos, descubrir sus motivaciones, meterse en sus vidas. En general son gente sin criterio propio, que se dejan llevar por la emotividad y la utópica expectativa de mejoras socialistoides. Repiten una consigna sin conocer el contexto, sin saber antecedentes, sin tener idea de en realidad por qué protestan. Por lo general son jóvenes fácilmente manipulables que reaccionan sin mayor dificultad a sumarse a una protesta delirante y descontrolada, o indígenas que confiesan estar allí obligados. Sus ‘argumentos’ realmente provocan vergüenza ajena. Y sí, no son mayoría, pero es una cantidad importante de gente.
Si ellos protestan y también votan. Saque usted sus conclusiones. (O)