Nueva Ley Económica/ Luis Fernando Torres
Difícilmente el País podrá salir del hoyo en el que se encuentra, sin una nueva Ley que levante la economía y de oxígeno al fisco.
El domingo la Asamblea negó la Ley de Crecimiento Económico por dispersa, incoherente e ininteligible. Cuatro días después, el jueves, el Presidente envió una nueva Ley, menos densa y compuesta por artículos que corresponden a una sola materia. En la forma, el nuevo cuerpo normativo está debidamente formulado.
En el contenido no existe suficiente claridad. En el mensaje presidencial se dijo que no se imponen impuestos a los que menos tienen, dando a entender que sí se establecen impuestos a los que más tienen. La lógica populista de tal mensaje no despeja una duda elemental, la de saber quiénes son los que menos tienen y quiénes son los que más tienen.
En todo caso, algunos anuncios tributarios son oportunos y positivos, como la eliminación del anticipo del impuesto a la renta y la no subida del IVA.
El rendimiento fiscal de la nueva Ley sería de unos 500 millones de dólares, una cantidad poco significativa ante el volumen del déficit fiscal.
La justificación de la Ley tiene otras razones adicionales. La primera, con el FMI, que ha condicionado los desembolsos internacionales al esfuerzo gubernamental para mejorar los ingresos fiscales. La segunda, con el sector productivo, que espera estímulos para aumentar las inversiones.
Existe el ambiente favorable en la Asamblea para aprobar la Ley, con algunos cambios. Así, los ecuatorianos se beneficiarán de una tranquilidad transitoria, dado que el Gobierno podrá contar con recursos y, sobre todo, desembolsos internacionales para pasar el primer trimestre del 2020.
Después se necesitará de un ajuste económico. La Ley no trae soluciones ad infinitum. Es una respuesta coyuntural. Un paso para avanzar en un camino largo. Nada más. No soluciona los problemas estructurales de una economía poco competitiva y de un aparato estatal ineficiente y costoso.
Lo importante del momento es la conciencia generalizada entre los ecuatorianos que se necesitan medidas, entre ellas la Ley, para modificar el rumbo de la economía nacional. Si todo sigue igual, pronto la agitación social será la respuesta de los pobres, los desempleados y los desencantados. (O)