Un golpe en la cabeza / Mario Fernando Barona
En esta oportunidad les invito a juntos aprender algo nuevo, diferente y muy interesante. Nos saldremos un tanto del espectro político para dar paso a la ciencia, porque creo que merece la pena descubrir nuevas ideas, enfoques y conocimientos en pos de mejorar la condición humana.
Confieso que siempre imaginé que aquellas personas superdotadas o con talentos extraordinarios sólo nacían, y sí, efectivamente así es, pero también pueden adquirir tal condición por enfermedad, o incluso, fíjese usted, por un golpe en la cabeza; ésta sí no me la sabía. Pero no se da en todos los casos, ni con cualquier golpe, hablamos exclusivamente del Síndrome de Savant, conocido también como el síndrome del sabio – idiota, porque el lado izquierdo del cerebro se atrofia y por plasticidad el derecho potencializa sus destrezas a niveles increíbles, por lo tanto, mientras el un lado del cerebro destaca increíblemente resolviendo, por ejemplo, problemas matemáticos imposibles sin calculadora, el otro es incapaz de manejar los cinco dólares de la mesada. De ahí el nombre del síndrome del sabio – idiota.
Quien padece el Síndrome de Savant se caracteriza por tener una o más capacidades específicas muy desarrolladas que se atribuyen al hemisferio derecho, como por ejemplo, la habilidad para el cálculo, las habilidades artísticas y sobre todo las habilidades mecánicas, visuales, motoras y espaciales. Mientras que padecen una disfunción significativa en las habilidades que pertenecen al hemisferio izquierdo, como las habilidades lógicas, simbólicas y verbales.
Algunas personas tienen extraordinariamente desarrollada la habilidad musical y son capaces de interpretar y componer piezas musicales con un instrumento sin conocimientos previos. Otros, tienen una gran capacidad para el arte en sus diferentes formas: dibujo, pintura, escultura, entre otras, destacando en ellas la creatividad y el detallismo. Los Savant con alta capacidad para el cálculo y las matemáticas (síndrome más común) presentan una habilidad excepcional para resolver cálculos con gran precisión y rapidez, por ejemplo, a preguntas del tipo: qué día de la semana será el 3 de marzo del año 2100, o contestar en segundos la respuesta a un muy complejo problema matemático.
En realidad debe ser asombroso y hasta emocionante conocer alguien con estas cualidades, de hecho, desde aquí no puedo sino expresar respeto y admiración por todos ellos.
No obstante, al tiempo que escribía esta columna, me preguntaba si de igual forma, por azares del destino, el mundo tendría la dicha de corregir a políticos corruptos dándoles también un buen golpe en la cabeza. Aunque llegado el caso, no sé si sea buena idea. (O)