¿Cómo prevenir la corrupción? / Ing. Patricio Chambers M.
El lunes 9 de noviembre se celebró una vez más el “Día Internacional contra la Corrupción”. Una iniciativa de NNUU encaminada a “aumentar la sensibilización respecto de la corrupción”.
Las cifras a nivel mundial presentadas en su informe oficial son escalofriantes, de hecho, se calcula que en los países en desarrollo se pierde debido a la corrupción, una cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia oficial para el desarrollo.
Así, la corrupción es un delito grave que además frena el desarrollo económico y social. Ningún país, región o comunidad es inmune.
Se trata de un cáncer social que alcanza a hombres y mujeres, tanto como a simples agrupaciones vecinales, gremios, partidos políticos, iglesias, gobiernos etc.
Pero ¿qué los lleva a corromperse?, Delia Steinberg Guzmán es su artículo sobre la Corrupción, responde “porque su actuación -sea individual o conjunta- no es limpia, no es clara, no es honesta. Porque se aplica constantemente aquello de que los fines justifican los medios”.
Además, nos dice que es porque en una sociedad de consumo como la nuestra, todo se compra y se vende. Incluso las conciencias morales de las personas llegan a tener un precio en este mercado.
También porque existen infinidad de fórmulas de chantaje que obligan a aceptar lo que de otra forma, nunca se hubiera admitido.
Porque en general se gusta más las cosas sucias y escandalosas que los hechos sencillos y naturales. Porque a nadie parece interesarle más que lo inmediato y palpable, el goce del momento, el beneficio personal, la riqueza desmesurada y el poder para seguir adquiriendo riquezas. En fin, por carecer de valores y principios.
Los corruptos se corrompen y buscan corromper a los demás, obligándolos a participar de un esquema que presiona y aprisiona.
Frente a la corrupción hay que actuar con valentía y decisión y denunciarla. No disculparla, tampoco tolerarla, ni justificarla sino enfrentarla hasta lograr que el peso de la ley caiga sobre los corruptos.
El actuar así es muy importante para paliar los graves efectos de la corrupción, pero lamentablemente no para solucionarla.
Si queremos soluciones, según la autora, habrá que promover una verdadera transformación humana tanto como el despertar activo de una conciencia superior y equilibrada.
Es una labor ardua y compleja, de largo alcance y gran paciencia, pues se trata de forjar en cada individuo y colectividades, acciones sanas apoyadas en valores morales trascendentes.
Una tarea así implica todo un proceso de educación permanente, que comenzaría desde nuestros primeros años de vida.
Steinberg sostiene que sólo entonces la corrupción se detendrá ante a esta barrera natural, la cual tendrá la virtud de generar el ejemplo mayoritario de quienes ni envenenan ni se dejan envenenar, ni sobornan ni se dejan sobornar.
Así, ni siquiera haría falta más denuncia que el silencio reprobador de quienes no participan de la corrupción, ni pena más grande que la de no encontrar apoyo ni colaboración para este grave delito. (O)