¡Que viva Ambato! / Esteban Torres Cobo
Nada más emocionante para un ambateño que celebrar a su ciudad en la Fiesta de las Flores y las Frutas. Color, vida, empuje y tradición. Desfiles y comparsas. Llapingachos y jugos de sabores. Alegorías y bendiciones.
Mujeres hermosas y reinas deslumbrantes. Familia, vida y solidaridad. La ciudad se engalana y manda su mensaje anual, nacional e internacional de vitalidad. De emprendimiento y de esperanza.
El carnaval ambateño es envolvente. Atrás queda la situación económica complicada de las familias y todos se vuelcan a la alegría. A la diversión. A que los más pequeños conozcan como vive su ciudad. A que prueben los helados de la catedral, los buñuelos de los mercados y el “¡toquen trompudos!” de la Plaza de Toros.
Qué suerte ser ambateño. No quisiera ser de ningún lado más. Me basta con ser ambateño. Me basta con caminar por donde caminaron Montalvo y Mera. Por donde confluye el mayor comercio de la Sierra Centro un lunes de feria. Donde comercian mestizos, blancos e indígenas. Donde se acoge al forastero y se ayuda al vecino.
Donde se es puntual. Ordenado. Espontáneo y soñador. Donde uno, finalmente, es feliz.
¡Qué viva Ambato!