Optimismo / Esteban Torres Cobo
Una pandemia tiene el potencial de desmoronarnos anímicamente. Ya lo hace económicamente, eso no se duda, pero su peor daño puede ser el sicológico, si por supuesto no nos contagia a nosotros o a nuestros cercanos y llega al daño físico.
¿Pero ante tal amenaza, que nos encierra en casa y nos limita en muchas cosas, qué ganamos con ser pesimistas? ¿Con regar a diestra y siniestra noticias que no ayudan ni aportan? ¿En sufrir por lo que ya está?
Seamos precavidos, pero optimistas. Serenos, pero optimistas. Más opciones no tenemos.
Una cura pronto aparecerá. O al menos una vacuna parcial que nos libre del encierro y nos devuelva a la cotidianidad. Buenas señales ha dado el gobierno de los Estados Unidos al liberar completamente de controles burocráticos la investigación y experimentación de soluciones al virus chino, algo sin precedentes. Laboratorios de todo el mundo, además, continúan en su trabajo y sin duda llegarán a la meta. La cuestión es el tiempo. Una solución en 18 meses no es útil, tiene que ser inmediata.
Hasta mientras, paciencia. Optimismo. Serenidad. Fe en Dios y en las cosas buenas que saldrán de esta crisis. (O)