Afanes / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión



Solo hay que observar el proceso mental cuando nos enteramos de los acontecimientos diarios para reconocer que, normalmente, los intereses son variados y caóticos. En rápida sucesión respondemos al estímulo del tira y afloja internacional; la última maniobra trabajo-capital; los pedidos religiosos en pro de la fe, expresados en acentos tronantes, revelan la falta de fe en la conversación del hombre; la economía de los negocios, el jala y jala de los colores políticos. 

Hay intereses e intereses. Trabajar para educar a los hijos es interés lógico honesto, del cual se deriva otros intereses positivos que construyen la familia, el bienestar de sus miembros. Los derechos son intereses consustanciales a la esencia misma del ser humano: libertad de palabra, de movimiento, de trabajo, de progreso. Los intereses políticos son otra cosa.

¿Qué diría usted amigo lector, de un huésped que se “levantara” la vajilla, los muebles y la caja fuerte su casa? Y ¿qué diría de un ordenamiento jurídico que permitiera tal desafuero? Pues que ni es ordenamiento ni es jurídico. Y tendría toda la razón.

Es lo que hacen los tránsfugas políticos. Individuos que obtienen un escaño al amparo de un partido, y por cambio de intereses se pasan a otro con el escaño pegado en las posaderas. Es lamentable que los partidos políticos “originales” con razones sobradas para establecer un pacto de todos contra los tránsfugas, se diluyan en insultos de humo. Se puede decir que, bajo los intereses del transfuguismo, unos ganan y otros pierden. Lamentablemente, la democracia pierde siempre.

En la novedosa Asamblea Nacional, novedosa por su nombre, el show disfraza los intereses. Gritos, bravuconadas, amenazas de devorase crudos. Pirotecnias de colores para consumo popular. Sin embargo, el interés monetario los une a todos, recibe votación unánime: aumento de dietas, viáticos, gastos, número de asesores, etcétera.

Conclusión. No hay cambio mayor en nuestra política, el griterío soslaya la legalización de “intereses” ilegítimos… La legislación humanista, ética, “patriótica”, continua como simple sueño. Los marchantes comunes seguimos en la lucha. (O)

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