Superar la crisis requiere de recursos frescos y sacrificio social / Edison Narváez Z.
Vivimos confinados en medio de la incertidumbre generada a partir de una inédita pandemia que puso de rodillas al mundo; no obstante, en estas circunstancias es cuando se mide de que están hechos los gobernantes. Mientras nuestro gobierno transita en un camino tortuoso de confusiones, el gobierno de los Estado Unidos ha entregado a cada persona una ayuda de $1.200 usd; analistas estiman que esta ayuda han recibido alrededor de 120 millones de personas; que ironía en nuestro país el gobierno tiene que meterle la mano al bolsillo de empresarios, empleados públicos y privados para apoyar a la crisis; ciertamente esto no es novedad para los ecuatorianos si todos los gobiernos en su momento le metieron la mano al bolsillo de los ecuatorianos.
Dirán ustedes no se puede comparar una economía boyante como la norteamericana frente a una economía emergente como la nuestra; si, puede que tengan razón, los ecuatorianos consientes no esperamos que el gobierno nos regale nada, pero tampoco es justo que en su escuálida economía “los de a pié” tengan que aportar para superar esta crisis
Es evidente que el estado ecuatoriano se encuentra desprotegido: déficit fiscal, default con sus acreedores, elevado riesgo país, ausencia de fondos de ahorro y reservas, todo esto gracias a la revolución ciudadana y a la lentitud y/o ineptitud del gobierno actual. Ciertamente, son limitaciones que no le permiten al país enfrentar esta crisis.
No es necesario ser gurú en economía para reconocer que el país necesita apoyo externo para salir de la crisis, toda vez que se vienen experimentando descensos en los ingresos petroleros, tributarios y de remesas, tanto así que se prevé un decrecimiento del 6%. Algunos especialistas manifiestan que se requerirán al menos $7.000 millones de usd. para inyectar liquidez a la economía y reactivarla.
Después de ésta crisis, nuestro país debe concebir un nuevo modelo económico, sentado en dos pilares fundamentales: dolarización y sistema financiero sólido, rompiendo esquemas tradicionales de extrema corrupción y burocracia, con una economía más pequeña que motive la simplificación tributaria y facilite acuerdos con el sector privado que debe ser el motor que mueva el aparato productivo y que inicie un proceso de sustitución de importaciones por producción interna para desincentivar el contrabando e impulsar el comercio nacional; y por su puesto una tarea responsable en la renegociación de la deuda externa con menores tasas y ampliación de plazos.
La tarea ciertamente es dura, pero requiere de recursos frescos externos y del sacrificio de una sociedad que debe tener aliado fuerte: La Dolarización. (O)