La biblioteca como patria / Pedro Reino Garcés (Cronista de Ambato)
No trataré de explicar el tema “La biblioteca como patria” que se explica por sí sola. Puedo citar a muchos autores. Mejor debo remitir al libro de Alberto Bejarano que contiene dicho capítulo. Se trata de entender los textos de Roberto Bolaño que busca puentes sobre abismos (Instituto Caro y cuervo. 2018): “Lee a los viejos poetas, hijo mío/ y no te arrepentirás./ Entre las telarañas y las maderas podridas/ de barcos varados en el purgatorio/ allí están ellos/ cantando/ ridículos y heroicos…/”.
Espero que redescubran quién nos dejó estas lecciones, que en cambio, las tomo de otro libro que nos pertenece a esta biblioteca como patria: “No pocos de sus coidearios de entonces hoy practican un liberalismo solo de nombre. Algunos aceptan que se les endiose o se endiosan a sí mismos al calor del aplauso de sus conmilitones. Bien me señalaba mi gran amigo, más de una vez, que ´los siglos y las razas van pasando: todo acaba, todo cambia: solo Dios es el mismo, solo Dios existe eternamente. Los dioses se fueron, no hay más que un Ente infinito y soberano legislador de cielos y tierra´… En el Ecuador, los malos gobiernos han estragado su carácter público; los vicios de la política han pasado, andando el tiempo, a la conducta privada. La gente bastardea, se estraga cada día: el honor se pierde antes que el valor, y a la vista del mundo acaban de parecer ni honrados ni valientes. El despotismo y la superstición son los más crueles enemigos de los hombres. Por mi parte debo agregar que, en su mayoría son abyectos, mezquinos, estúpidos las más de las veces, banales y vulgares. Por fortuna hay entre mis compatriotas gente sensata, bondadosa y amable, que compensan tamaña impostura” (p. 271).
He terminado de leer el libro “Anhelo que esto no sea París” y me ha quedado un sabor que va entre la melancolía y la indignación. ¡Qué pasión que le ha puesto Alejandro Querejeta Barceló! (Cuba, 1947) al darnos un manjar espiritual, no por lo que relata y la forma cómo lo hace, que es su don de escritor, sino porque nos actualiza en estos precisos momentos de la Patria, la voz de esa conciencia nacional que se han encargado de manosearla y oscurecerla los profetas de las infamias. ¿Reconocieron las palabras de Montalvo?
El libro de 286 páginas contiene la biografía del Cervantes Americano, narrada con un apasionamiento que opera en el lector, no solo con ese discurrir sobre su vida novelable de don Juan, sino que opera una especie de renovación de postulados políticos, morales y religiosos. “La historia, como conocimiento de los errores y de los horrores del hombre, como revelación de que el pasado pesa sobre nosotros con una suma irremediable de desventuras. Aquel pasado del hombre, hecho de infamias y de angustia, no solo es irremediable y jamás dejará paso a un porvenir de alegría, sino que está destinado a retornar eternamente igual a sí mismo”. (Bejarano, p. 93). Y de esto, Querejeta lo que nos evidencia es que, como piensa Nietzsche, hay que poner al arte como barricada.
¿Qué pensamos ahora de estas palabras que hace más de cien años nos dejó Montalvo?:
“Hijos ingratos y desconocidos, fuera poco; hijos bastardeados, hijos viles, hijos esclavos, esto es lo que nos cuadra. Esa sangre preciosa se ha corrompido en nuestras venas, ese ardor celestial ha dejado nuestro cuerpo: ellos fueron grandes, y se alzaron contra tiranos grandes; nosotros hemos gemido al arbitrio de ruines tiranuelos: ¡Qué degeneración! ¡Qué vergüenza! ¡Qué desgracia! (después de) Ser los primeros en el vasto circuito de la América española en alzar la voz y el brazo contra la tiranía”. (O)