Mundo al revés/ Andrea Manjarrez Ocaña
Han pasado casi seis meses de este 2020, estamos muy cerca de llegar a la mitad de un año que nos ha mantenido en una sorpresa constante, la nueva normalidad se adapta o un distanciamiento social, cultural, afectivo, la sonrisa del rostro queda oculta detrás de una máscara qué divide el peligro y la salud, el reingreso paulatino a las actividades laborales presenciales en el Ecuador preocupa y a la vez brinda satisfacción, por la necesidad de reactivar el comercio, producción y trabajo de la ciudadanía. Semáforos rojo, amarillo y verde que se contraponen al actuar de las personas, la desesperación por sobrevivir hace que se minimice el riesgo de contagio. Este primer semestre no conforme con haber paralizado el mundo con una pandemia global, ahora también entregó un ambiente de caos, ante un problema social que discrimina la biodiversidad humana, el racismo, ha motivado a que la gente muestre su descontento en redes sociales, active su ira y salga a las calles en Norte América.
Sin pensarlo este año nos puso a prueba en todas las esferas, en todos los espacios, nos puso frente al espejo a considerar quienes somos, que queremos, a donde vamos, colocó a autoridades contra la espada y la pared, expuso a la maldad, el protagonismo mal sano, así como la solidaridad, el altruismo y la benevolencia de la gente. El bien y el mal estuvieron activos solo demostrando quien es quien en este Mundo al Revés. (O)