Monumentos a fiscalización / Luis Fernando Torres
El Alcalde musulmán de Londres, Khan, ha decidido fiscalizar los monumentos de la ciudad. En ese operativo municipal identificará los monumentos de racistas y esclavistas y justificará el levantamiento de construcciones que rindan tributo a quienes se han distinguido como socialmente inclusivos.
La primera víctima de los partidarios del Alcalde londinense ha sido, nada más y nada menos, que Winston Churchill. Su busto, colocado en un emblemático parque, fue atacado con pintura. Los atacantes se olvidaron que el gran líder británico garantizó la supervivencia del país ante los nazis que llegaron, inclusive, a bombardear Londres.
En ciudades de Estados Unidos, el objeto de los ataques de ciudadanos enardecidos por la muerte, por asfixia, de Floyd, ha sido Cristóbal Colón, cuyo monumento ha sido derribado. No ha hecho falta que algún alcalde anuncie la fiscalización de los monumentos. Ha sido suficiente la desinformación propalada por quienes se encuentran empeñados en borrar del territorio estadounidense todo logro ibérico.
La bandera de la llamada “corrección política” ha sido flameada, allí, por los que quieren enterrar un pasado glorioso sin el cual no puede comprenderse de dónde vienen los países.
Cuando Sadam Hussein fue depuesto por las fuerzas estadounidenses, los ciudadanos de Irak festejaron la huida del dictador con la demolición de su estatua. En no pocas ocasiones, existen razones para derrumbar o retirar monumentos oprobiosos.
En la Mitad del Mundo, en la sede de la UNASUR, los ecuatorianos soportamos, algunos años, la presencia de la estatua del presidente más corrupto de Argentina, el recordado por sus cajas fuertes, Néstor Kirshner. Cuando se la retiró, un aire limpio se comenzó a respirar en la capital de la república.
No es incorrecto que los ciudadanos expresen su malestar con estatuas, monumentos y efigies, ubicadas y pintadas sin ninguna justificación histórica. Lo que no cabe es que la gente haga justicia con mano propia, destruyendo los construido por los municipios.
En Ambato, existen monumentos, estatuas y efigies para todos los gustos. La mayoría tiene justificación histórica. Montalvo, Mera y Martínez, por su dimensión cultural no sólo a nivel local sino nacional e internacional, deberían tener más monumentos para perennizar sus logros.
Sin embargo, existen en la ciudad estatuas y efigies que deberían ser fiscalizadas, especialmente de aquellos a quienes les han hecho pasar a la posterioridad, sin que hayan cruzado el umbral del cementerio. Con monumentos, estatuas y efigies se honra a los sobresalientes que se han ido al más allá. Jamás a la vanidad de los “vivos”. (O)